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Actualizado: 28 mar 2022 / 10:43 h.
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  • Recreación de los túneles de la SE-40.

    Recreación de los túneles de la SE-40.

El otro día decíamos aquí, que quien por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado.

Y también, que duele ver como muchos no pagan, pese a cometer tropelías.

Todo venía a cuento de que el Gobierno central, había admitido que no ha gestionado bien la obra de la SE-40, en el paso del río Guadalquivir por Coria. No ha sacado adelante, ni túneles, ni puentes, y la tuneladora que se adquirió para la primera opción se moría de aburrimiento en Coria del Río, guardada en un almacén hace diez años, al módico precio de millón de euros al año, en concepto de costes de guarda y custodia del artilugio mecánico. Peor no podía ser el panorama.

Pero sí, sí podía.

La tuneladora fue construida en Francia a la medida del proyecto, y durante cuatro días con sus noches, siete camiones de los grandes —porque aquello pesaba 2.200 toneladas- la transportaron a la nave de Coria del Río. La tuneladora recibió el apodo de “El Bicho”, y si costaba un millón al año la funda, cuanto no costaría construir el juguete.

La semana pasada se publicaba en la edición sevillana de un diario de abundante tirada, que la tuneladora de la SE-40, había sido vendida al peso a un chatarrero.

Estamos acostumbrados a tragar, sí, pero tragar tanto como una tuneladora, que se vende al peso como chatarra sin estrenar, ya se va atragantando, y el sabor de lo que se engulle es repugnante.

Parece que hay intención de llevar la investigación de semejante chapuza al Congreso. Ojalá sea así. Ojalá el diputado de turno que esté encargado de presentar la iniciativa, asuma que se lo debe a sus votantes. A los que le han puesto en el Congreso. A los que se levantan temprano para trabajar todos los días: fontaneros, médicos, panaderos, enfermeras, a los que sus jefes no les toleran que cometan errores en sus trabajos, si quieren seguir conservándolos.

Un parlamentario británico, tiene la obligación de despachar con sus votantes un tiempo determinado al mes, en la oficina que está obligado a mantener en su distrito electoral. Allí debe acudir físicamente, a atender quejas en persona. Y allí toma nota, de lo que le dicen sus votantes, a cerca de los colegios de sus hijos, los canalones de sus azoteas, o las señalizaciones de tráfico de la esquina de al lado. Y si el parlamentario está en la ONU, cuando toca la cita, coge el avión expresamente, se va a su distrito, se sienta en su mesa y escucha a la anciana que le habla de su pensión, o de la clínica veterinaria de su gato. Y pobre de él si no acude. Después coge otro avión y vuelve a New York a la ONU a terminar lo que estuviera haciendo.

Así que me gustaría mucho que la impresentable tropa, vaga e incompetente, por no decir palabras mayores, que haya perpetrado semejante atraco público, responda, porque que se pagan muchos colegios, pensiones sueldos de sanitarios y gastos de hospitales con ese dinerito, ¿vale?, y que se dejen de lamentos, frases hechas o disculpas, que tan de moda están.