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Actualizado: 25 ago 2019 / 09:31 h.
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  • Mejor, entreverá

Es positivo (y yo diría que hasta necesario) obsequiar(se) con pequeños detalles diarios, de estos que te hacen la existencia más agradable al lograr que saborees los pequeño bocados de presente, de ese ahora, tan único como fugaz, que, de ser bien aprovechado, conseguirá que hayas alcanzado tu propia estrella Michelín para lucir en el singular restaurante de tu vida.

Ayer disfruté de uno de esos pequeños bocados de presente (literalmente) cuando, a la hora del almuerzo, decidí hacer una simpática innovación gastronómica que bauticé como "arco iris de tostas", probé varias posibilidades: de guacamole con rodajas de plátano y vinagre balsámico al Pedro Ximénez, de mermelada de fresa con cebolla caramelizada y mini kumatos, de crema de espárragos y trocitos de manzana y, mi favorita, de salmorejo con jamón y cebolla caramelizada, todo teniendo como base un delicioso pan de nuez... ¡estaba para chuparse los dedos! Qué gran verdad aquella que dice que "somos lo que comemos"... Si la materia prima es sana y se pone mimo en la elaboración, ¡sin duda se enriquece tu mente y tu corazón!

Cuando estaba degustando mi tosta favorita (la de salmorejo con jamón y cebolla caramelizada) me fijé (y disfruté) especialmente en las brillantes y jugosas lonchitas de jamón (llevan siendo mis favoritas desde que era un mico). Eran de corte fino y bicolor, blancas y rojas, como tiene que ser un buen jamón: entreverao, con su parte magrita -representada por ese magnífico tono rojo clavel reventón- y su porción de grasita -esa suculenta parte materializada en el blanco responsable de que te brillen las manos-. Cerré los ojos para centrarme en las sensaciones que provocaba en mi paladar y, de repente, me puse a pensar que la vida se parece bastante a esa suculenta loncha de jamón.

La vie en jamón y la grasita de los retos

Nuestra existencia tiene también su parte magra, la que nutre los músculos de nuestra felicidad, la que nos ayuda a cuidar la línea porque es pura proteína para cuidar nuestro disfrute, nuestro criterio, nuestro sentido del humor... ¡Nos encanta la parte magra! Edith Piaf te diría que se trata de "La vie en rose", a mí me suena mejor "la vie en jamón" porque lo cierto es que la vida en rojo (jamón) sabe muuuucho mejor... Pero, paradójicamente, lo que da más sabor a la parte magra de la vida son las líneas blancas que la cruzan, la grasita de los retos (que otros llaman problemas). Si te fijas bien y miras con detenimiento la loncha de tu vida, te darás cuenta de que es "entreverá", es decir, la grasita de los retos forma parte del rojo magro del día a día, es lo que le da sabor a la existencia porque te ayuda a superarte (por eso prefiero enfocar esa grasita blanca vital desde la perspectiva de los retos, el tener un objetivo siempre agudiza el ingenio, es un trampolín para crecer, para sacar el máximo jugo a tus capacidades... Sin embargo, si miras esa grasita vital desde la perspectiva de las dificultades, te acabarás atragantando con el estrés y no avanzarás...). Hay distintos tipos de lonchas vitales, en unas predomina más el rojo; en otras, el blanco, lo más complicado es encontrar una "Vie en jamón" 100% "colorá" (esto es, sin retos que afrontar) o una existencia que esté absolutamente llena de grasa y no haya nada bueno. Recuerda que la loncha tiene sabor porque está tejida con los hilos de las dos partes...

Nadie ha visto el futuro, pero cuando alguien te pregunté por tu vida entonando la famosa canción ¿Qué será, será? (que tan bien interpretó Doris Day en la peli de Hitchcock El hombre que sabía demasiado) responde con seguridad: "mejor, entreverá".