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Que las redes sociales dan vergüenza no es nada nuevo. La muerte de Bimba Bosé lo ha vuelto a poner de manifiesto. Auténtica basura humana vomitando todo su odio hacia una persona que acaba de fallecer y su familia.

Lo que más sorprende de esto no es ya esta catarata de insultos, sino que se diga que no se puede hacer nada. Me explico. Por lo visto solo se puede entrar de oficio si los insultos constituyen delito de homofobia. Vaya por delante mi máximo respeto a la lucha contra la homofobia, pero me parece que el resto de los odios no deberían ser dejados atrás y no es de recibo que solo puedan ser denunciados por los familiares, y no de oficio.

Me resulta curioso que, por ejemplo, en un campo de fútbol se pueda perseguir y sancionar (además bien hecho) cánticos de «Fulanito muérete» o «Menganito, hijo de p**a» y no se pueda hacer lo mismo en Facebook o Twitter.

En las redes sociales también es posible identificar a esta escoria que se esconde tras un nick. No es complicado. Urge una reforma de la ley para castigar estos delitos de odio extremo hacia la vida y los sentimientos de las personas normales. Y dejemos de ampararnos de una puñetera vez en la libertad de expresión. No todo vale.

En la sociedad siempre ha habido escoria, pero es ahora cuando se puede cuantificar. Y resulta verdaderamente alarmante no solo ver este tipo de comentarios, sino cuantos individuos son capaces de darle a un Me gusta o retuitear. Esto da verdadero miedo. Que alguien lo pare, por favor.

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