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Actualizado: 20 ene 2020 / 07:25 h.
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  • Mis hijos no son de mi propiedad

Tras las torpes declaraciones (por confusas) de la ministra de educación, Isabel Celaá, diciendo que «no podemos pensar que los hijos pertenecen a los padres» se ha abierto un debate tortuoso que está superado hace mucho tiempo aunque algunos políticos lo utilizan para generar controversias que tapan verdaderos problemas que ellos mismos generan, un día sí y otro también. De hecho, los mismos que se llevan las manos a la cabeza por estas declaraciones de la ministra, ni se inmutaron cuando el Papa Francisco dijo: «Todos los padres son custodios de la vida de los hijos, pero no propietarios y deben ayudarlos a crecer, a madurar» durante el Angelus celebrado el 31 de diciembre de 2017. Esto es, dijo exactamente lo mismo.

Decir que los hijos no pertenecen a los padres no significa que se afirme que son del Estado. Todas las personas, independientemente de su edad, sencillamente, no son propiedad de nadie. Otra cosa bien distinta es que, lógicamente, los padres cuiden de sus hijos, que puedan decidir por ellos durante un tiempo determinado; otra cosa bien distinta es que cuidemos unos de otros porque para estamos aquí.

¿Cómo hacemos eso; cómo velamos por los intereses de los niños y niñas? Pues, entre otras cosas, asumiendo las reglas del juego, es decir, las leyes. Eso significa que somos libres, pero no podemos hacer lo que nos venga en gana.

Los niños tienen garantizada en España, desde que nacen, la educación. Y lo que dice la Constitución española y la ley es eso y que los consejos escolares (en los que los padres y madres están representados) aprueban las actividades complementarias en horario lectivo siendo de obligado cumplimiento. Es muy sencillo.

A los padres que defienden el ‘pin parental’ habría que preguntarles si, por ejemplo, les parecería bien que los Gobiernos cediesen y dejasen en manos de los padres y madres la decisión de vacunar a sus hijos. Del mismo modo que algunos dicen que quieren garantizar que sus hijos reciben en el colegio lo que está dentro de sus convicciones, podríamos aceptar que vacunar a un hijo es cosa de los padres y de sus convicciones. No parece que tenga demasiada lógica.

Los niños deben ser educados de acuerdo a lo que dice la ley. Los padres deben tener el derecho a llevar a sus hijos al centro escolar que prefieran en absoluta libertad. Ambas cosas son indiscutibles. Como también lo es que no se produzcan injerencias de los padres en el trabajo de los profesores, en las programaciones realizadas por profesionales.

Hablando con un amigo que vive lejos de España, me ha preguntado si es que en los colegios españoles se ve porno o se hace vudú en clase o es obligatorio que los niños se declaren gais. No entiende nada de lo que está sucediendo. Le he contestado que no, que aquí lo que pasa es que seguimos enfrentados y que no tenemos remedio. Nos seguimos retando a bastonazos. Y me ha preguntado si mis hijos son míos o del Estado y ya le he dicho que mis cuatro hijos no son un vagón de tren o una instalación deportiva; que son personas libres; que no son propiedad de nadie.