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Actualizado: 13 nov 2022 / 06:41 h.
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  • Moreno Bonilla y el día de la banderita

Dicen que Juanma estudió relaciones públicas; aunque intuyo que habrá adornado su curriculum, con algún Master para Directivos. Estos estudios proliferan por doquier. Siempre a distancia con tablet de regalo.

El protocolo es esencial en una Institución. Todos creen merecer un puesto mejor en el palco o escalafón. El mínimo error, odio eterno. Pregúntenle, si no, a su mayor experto en este país, Juan Manuel Jiménez Sánchez.

A falta de cualquier signo de vida, (Moreno Bonilla ha ahogado cualquier atisbo de rebeldía a base de publicidad institucional), se nos aparece ahora el fantasma de Alejandro Rojas-Marcos, al que el pobre Manolo del Valle, siempre se refería como “de la Viesca”.

Estos del PP han aprendido –y mucho- de Susana Diaz. Ficharon a Pepote Borbolla, hombre de frases solemnes. La primera, aquella de que Andalucía era la California del Sur, algo que nunca comprendí, no en vano es el lugar que agrupa más multimillonarios por metro cuadrado. Y claro está, la mayor la tasa de pobreza. La segunda frase, sobre el Betis, afirmando que debía ser como el Manchester United. Fue decirlo y al Sevilla FC le cayeron seis Europa League.

“Pelillos a la mar” exclamó cuando se apropiaron con la fe pública de LLedó de las acciones de Lopera. De las trece rayas, se nutren los Cuellar, el bufete con más rentabilidad por cliente. Vamos que, si les llega una citación, a rascarse el bolsillo.

Juanma tampoco ha desaprovechado a Juan Marín, del que aseguran doble despecho. Un amigo que solía cruzarse con él en Bajo Guía frente al otrora pub de Carlos Herrera, se confesaba supersticioso. No por verlo, sino porque creía que se le pegaría el mismo tercio de varas. El orden del sendero de Sanlúcar a Sevilla sí altera el producto. Esa hora y media, es la preterición que seremos o donde habite el olvido, según dicte la flecha del GPS.

A mi Bonilla, se me empieza a asemejar a Nati Abascal, cuando sonreía... “yo quiero a todo el mundo, a todo el mundo. Yo soy muy humana...”.

En fin, que ahora tenemos a D. Alejandro redivivo en la mesa camilla y hasta nuestro día de la banderita. Solo nos falta la pobre de Concha Velasco y sus chicas de la Cruz Roja.

Pero de aquel que ascendió a la cúspide de la Diputación de Málaga para hacer ondear nuestra bandera; de los que se manifestaron a pesar del Estado de excepción; y del asesinado por la Policía de Martín Villa, de esos nadie hablará cuando hayan muerto.

No sé qué tiene el fascismo que tanto se contagia. Empieza por el desmantelamiento de la Sanidad Pública, (Alfonso Carmona solo protesta por la privada); sigue por la Enseñanza pública (más Colegios concertados y cuanto más religiosos mejor); y acaba apropiándose de la memoria revolucionaria de nuestra tierra, que empieza en el General Riego, sigue en Casas Viejas, pasea por el Palacio de la Duquesa Roja, (ánimo Lilliane) y acaba con aquel trabajador malagueño del que nunca se halló asesino, maldito sea su inductor leonés.

Con Queipo saliendo a hurtadillas de la Macarena, solo nos queda confiar en que el duelo entre Feijoo y Ayuso acabe con dos cuerpos inertes.

En fin, “Dios, patria y familia”, como Meloni en Italia. Son los bogavantes de Abascal en Sotogrande, el domicilio fiscal de la Olona en Panamá. Pero, sobre todo, somos nosotros. Los Cecilios que consintieron el Hotel Utopía; o los que nos solazamos alborozados con el cheque limosna escolar. Mientras, quitemos los impuestos a la Casa de Alba.

Nada nuevo. Ya lo decía Galdós, me aburro, me duermo...