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Actualizado: 06 jul 2020 / 07:57 h.
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  • No lo permitamos

Pediría a los responsables de Sevilla que tengan la claridad intelectual suficiente para aunar nuestras verdaderas necesidades dejando de lado el pudor de reclamar una solución, aunque sea a otras administraciones. A la vista del estado deplorable del patrimonio histórico de Sevilla tengo la sensación de que los políticos locales no saben por dónde empezar después de muchos años de silbar para otro lado. De momento, La Gavidia sigue con sus telones cochambrosos (a imagen y semejanza de Plaza de Armas) al igual que en Altadis. Y al estado ruinoso del teatro Lope de Vega nos llega el tercer proyecto de rehabilitación de Artillería. Todo sin olvidar el estado deplorable de la Avenida Torneo, pabellones de la Expo´29 (regalo de los dioses para cualquier ciudad) o parques emblemáticos como el Parque de María Luisa o el Parque de los Príncipes. Ni que decir tiene la abandonada Biblioteca Municipal de la calle Alfonso XII (sin ITE desde 2014), un verdadero monumento arquitectónico en toda regla que sirve de zaguán para indigentes (desgraciadamente) con un lamentable olvido por parte de las instituciones sevillanas.

El patrimonio sevillano está por encima de siglas políticas porque al igual que la tolerancia no provocó la Guerra Civil española, la intolerancia cubre la ciudad de intolerancia. Sólo pido a nuestros políticos que entreguen su enfermedad de no cuidar el patrimonio de Sevilla a la razón. Nadie puede anclarse en definir como asignatura propia el cuidado del patrimonio de una ciudad porque esta intolerancia es absurda y bárbara. Ya quisieran muchísimas ciudades europeas tener un 1% de lo que aquí tenemos.

Por desgracia, es mayor el rédito político para un alcalde la extensión del Metro Centro, aunque se quede a medio camino, que el mantenimiento de edificios emblemáticos que ofrecen cultura e historia de primer nivel. Por eso, ni un alcalde ni su grupo deben creer que saben más que los demás y que la razón sólo habita en su cabeza. Sevilla reclama su patrimonio porque hemos llegado a un punto donde si tenemos alguna gracia que pedir sólo nos queda esperar en silencio la bondad de los responsables.

Lloramos por nuestro patrimonio y aunque todas las lágrimas son amargas, esta ciudad cuando cruza por delante de un espejo cierra los ojos para no verse; y esto debe solucionarlo el Ayuntamiento porque al final Sevilla es tan vieja que ya ha visto pasar a tantos y tantos políticos que suspiraban por ella y nada le dieron. ¿O acaso no es cierto que las columnas de la Alameda necesitan recuperar sus rejas perimetrales con las que fueron conocidas en siglos anteriores? Mientras la ciudad siempre se vuelca con gozo a sus tradiciones y a su historia, los que aquí de verdad deciden, lo hacen esperando que pase el tiempo que ya habrá ocasión de tocar el asunto. Caso verídico el ocurrido en estos días en el Pabellón de Chile donde la Policía Local encontró a una mujer que decía vivir allí aportando los contratos de suministro de agua y luz. Ahí lo lleva, ¿acaso Emasesa no se da cuenta que está dando de alta a una persona que dice vivir en el Pabellón de Chile? ver para creer. Estos son, en definitiva, los hechos de cómo el Ayuntamiento cuida nuestro patrimonio.

Uno de los grandes pensamientos cuando la divagación de ideas nos lleva por las calles de Sevilla será qué hacer con quienes nada quieren con la Iglesia de San Hermenegildo. Cuando un alcalde no quiere saber nada del potencial de la ciudad cimentada en su historia y sí en hacer unas cuantas vías de Metro o aprobar cientos de hoteles no me queda más que sentir tristeza por esta decisión porque desconoce que quienes nos visitan y nosotros mismos necesitamos ver la gloria de nuestra historia pasada.

Y mientras la Giralda ha aprovechado este confinamiento para vestirse guapa, dese un paseo por Doña María Coronel y analice si las nuevas edificaciones permitidas por este Ayuntamiento no están iniciando la Fase II de destrucción del patrimonio sevillano después de la década de los años 60. Siguen sin ver que tenemos un diamante en bruto, pero no les da la gana tallarlo y nuestro patrimonio sigue siendo un lugar de indigencia, abandono y degradación.

Después de este botón de muestra a ver qué hacen en Plaza Nueva porque los sevillanos demandamos empezar la biografía de esta ciudad sumida, en estos momentos, en la más absoluta bohemia de un patrimonio olvidado. Sabemos que tenemos todos los ingredientes para hacer el potaje más sabrosos del mundo con esta Sevilla. Otra cosa es que los que pueden hacerlo, lo hagan.

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