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Actualizado: 25 abr 2021 / 04:00 h.
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  • Jesús Hellín / Europa Press
    Jesús Hellín / Europa Press

Pero aquí qué pasa, ¿que hay que estar todo el día condenando? Si no condenas, te condenas tú solo al infierno que han creado aquellos que te exigen que condenes. Oiga, condene o me levanto y me voy. Oiga, a los del PP y a los de Vox, condenen el franquismo o me levanto y me voy. Oigan, ustedes, los de Bildu, condenen a ETA o me levanto y me voy. Oigan, los del PSOE y los de Podemos, condenen a los de Bildu por ser herederos de ETA y a ERC por impulsar un golpe de Estado en Cataluña o me levanto y me voy. Vale, vale, pero condene usted primero. No, no, usted primero. De ninguna manera. Pues entonces me levanto y me voy. Pues yo también. Y yo. Y yo. Y yo, dice el apuntador de la obra. Y el escenario se queda vacío, ya sólo falta pegarse tiros y el que sobreviva no tiene que condenar a nadie a menos que sobrevivan dos rivales y uno le exija a otro que condene lo que no ha condenado y como sigue negándose lo acribilla y el colofón de la obra es que únicamente queda un superviviente que se condena a sí mismo suicidándose.

Si no fuera por los muertos que hay detrás de todo esto y por las tragedias mil que los españoles han sufrido, diríase que estamos ante un sainete. No, es algo mucho más grave, es la puesta en escena ante los ojos del mundo de un país inmaduro que necesita una purga política general. Ahora bien, ¿quién hace eso? Los ciudadanos puede que se contagien y se apunten como comparsa o extras de la película, ¿quién para el balón en el centro del campo y ordena el juego? A pesar de todo, puede que sean los propios ciudadanos, la democracia es la mitificación del llamado pueblo ante situaciones como ésta en la que un grupo de apasionados rencorosos no son capaces de sentarse, borrar el pasado negro con el que alimentan sus mentes y sus psiques y mirar al futuro. No, eso que lo hagan los demás, la UE, Reino Unido, EEUU, los países emergentes... Nosotros a ser diferentes, la sangre caliente ibérica que no se enfría ni un poquito, el odio eterno, venga, hagamos otra guerra civil, otro paréntesis en la Historia mientras los demás siguen adelante, ¿eso acabaría con el problema? No, llegaría otra época de condenas y más condenas. Las guerras abren heridas que no se cierran nunca del todo.

Que la huida de Pablo Iglesias del estudio de la SER es un claro montaje no hay duda, pero si ya lo dijeron hace tiempo: el fascismo viene y su agresividad irá en aumento. Ya lo ven, ha mandado tres sobres con balas y justo a los dos políticos que tienen la imagen más desgastada: Iglesias y Marlaska. Ahora hay que sacarle rentabilidad a eso: el victimismo. Iglesias se va de la SER, la teórica moderadora que, en efecto, es una periodista activista progubernamental, hace su papel, aun así, Iglesias se va y una cámara lo sigue por los pasillos hasta que abandona las instalaciones de la radio: ahí va la víctima del fascismo, miren al pobre Iglesias, pasen y vean. Luego llega la orquesta mediática progre a seguir con el plan.

Monasterio fue torpe, tal vez su actitud le supone votos de personas fundamentalistas, pero creo que con decirle al señor Iglesias vaya por Dios, lamento lo de su carta, y luego enfrentarse dialécticamente a él y desmontarle sus falacias y monsergas no sólo le hubiera supuesto mantener sus votos fundamentalistas sino captar más. Lo que ha hecho Monasterio es fastidiar a Ayuso porque meten en el mismo saco del fascismo a toda la derecha o bien al revés, impulsar en favor de la presidenta de Madrid el voto útil.

Monasterio, con su anticomunismo primitivo, le ha dado alas a los votantes de izquierdas que suelen ser muy sensibles y místicos. Necesitaban ver claramente que Franco estaba ya a las puertas de Madrid para entonar el “No pasarán”. Ya tienen al enemigo a la vista. Y aún veremos más sorpresas de aquí al 4 de mayo. Todo por no olvidarse unos y otros de las condenas, es que las condenas se necesitan, los muertos siempre tienen su utilidad, los únicos que pierden de verdad son ellos.

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