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Actualizado: 01 nov 2019 / 09:25 h.
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  • Pablo Iglesias. / EFE
    Pablo Iglesias. / EFE

Pablo Iglesias parece estar algo desesperado porque no remonta y es hasta probable que vuelva a bajar en votos el día 10 de noviembre. Se ha vuelto a meter con Amancio Ortega por sus millonarias donaciones, como si no hubiera otras cosas que criticar en España y ya en plena campaña. Parece que ve cada vez más lejos lo de ser presidente del Gobierno y ahora habla de que sería bonito que lo fuera Irene Montero, su pareja. Y en Cataluña, Ada Colau. Así, sin anestesia. Esto demuestra lo perdido que está el de Vallecas, que pasó de ser un simple profesor a vivir como un auténtico potentado sin ni siquiera haber tocado el poder. Se pueden imaginar si lo lograran él o su compañera. Es el mayor farsante de la política española y lo que es raro es que todavía tenga el apoyo que tiene, con la de partidos que hay. ¿Han visto sus mítines? Hace un círculo con personas, como si estuviera en un circo, y se pone a andar mientras habla, en una puesta en escena que demuestra su politeísmo. Todo está estudiado, los gestos, el movimiento de las manos y hasta la sonrisa de hiena cuando habla, por ejemplo, de Pedro Sánchez, el hombre que no le dejó tocar moqueta. Iglesias es el mayor responsable de la situación política en nuestro país, con un bloqueo que hace imposible que exista un buen gobierno. Y lo curioso es que resultaría fácil acabar con él porque hay decenas de vídeos en los que se descubre con claridad. Mostrando esos vídeos, los que le votan acabarían por darse cuenta de que es un monigote, alguien que no es de fiar porque, sobre todo, es capaz de cambiar tanto como ha cambiado con tal de llegar al poder. Tengo que confesar que cuando lo vi aparecer en las tertulias televisivas llegó a interesarme porque denunciaba a la casta y decía las cosas muy claritas. ¿Lo escuchan ustedes hablar ahora de eso? No, porque ingresó en ella y lo que ha hecho es situarse. Y si no es capaz de ganar unas elecciones con contrincantes como Sánchez, Casado o Rivera, ¿qué hace que no se va a su casa? Forrarse.