Image
Actualizado: 05 jun 2020 / 14:21 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Pedro Sánchez, duro de vencer

No lo va a tener fácil la derecha para vencer a Pedro Sánchez en unas hipotéticas inmediatas elecciones. En primer lugar, por virtudes suyas y en segundo lugar por fallos de la propia derecha. La derecha española sigue sin estar de moda, está siendo –ella y sus medios más aún- muy cruel con Sánchez y ese mensaje puede volvérsele en su contra porque la virtud principal de Sánchez es que es un gran fingidor, ejerce de policía bueno mientras Iglesias es el malo, pero si le dan dinero a la gente pueden crear un régimen a la andaluza (1982-2019), de intenso clientelismo, y así proseguir en el poder.

No se puede demonizar ni insultar tantísimo a alguien como se está haciendo con el presidente porque es un mensaje búmeran que se combate muy bien teniendo en cuenta que la gente vota, por regla general, con las dos ces: corazón y cartera. Sánchez sabe llegar mejor al corazón que Casado y que Abascal. Casado no encuentra su sitio porque procede de una derecha inmadura que se abonó desde el siglo XIX y antes al conservadurismo más cercano al Antiguo Régimen que a la Edad Contemporánea y no logra romper su cordón umbilical y encontrar su sitio exacto y bien diferenciado. Lo ha logrado en Galicia y puede lograrlo en Andalucía, pero no a nivel estatal.

La derecha de Abascal es la del voto encabronado, sus ideas están claras pero su transmisión a la gente es muy violenta, si logra crispar aún más a la sociedad con su simplismo anticomunista y nacionalista, logrará un voto concreto, pero golondrina, se le irá en cuanto la izquierda le demuestre al que siempre hemos llamado poder fáctico que aprieta pero no ahoga y que es un perro ladrador pero menos mordedor. Si no lo hace, la izquierda le abrirá las puertas a las derechas porque la alcancía pública tiene un límite y si desea seguir comprando votos presentando el hecho como actos de solidaridad con los vulnerables, tendrá que desvestir a unos santos para vestir a otros, yo ya estoy mentalizado para que, como funcionario público que soy, me suban el IRPF con vistas a convertirme en solidario a la fuerza. De hecho, yo podría crear uno o dos puestos de trabajo –precarios- con mi “solidaridad” actual, que los necesito, por otra parte, pero los crearía yo, quiero vigilar mi dinero, ganado con el sudor de mi frente, que no caiga en manos de “vulnerables” que veo por ahí que son vulnerables eternos.

A Ciudadanos apenas lo nombro, es un partido escoba o comodín porque no ha logrado hasta el momento acomodarse en nada. Ni Arrimadas ni Casado ofrecen la solidez y la sobriedad que debe proyectar un líder de Estado y sin embargo Sánchez se está endureciendo cada vez más y, como es un excelente maniobrador, parte con ventaja también en este aspecto del carisma. No es difícil, una vez repartidas las limosnas, lloriquear y decir lo complicado que es verse como se han visto ellos, ni EEUU ha podido con la pandemia, que a ver qué hubiera hecho Casado en su lugar –con su aspecto juvenil en exceso- y el trumpista Abascal.

Por último, la derecha tiene otro serio hándicap: no controla el lenguaje ni el discurso del siglo XXI que es el de la posmodernidad. Miren a Sánchez, insistiendo en elevarse como el gran dueño del harén feminista y empoderando aún más a toda la clientela LGBT, respaldando por ejemplo a Marlaska. En todo ello lo apoya Iglesias, esta vez sin fisuras.

Si el feminismo no se divide de nuevo y no sigue peleando en su interior, eso son muchos votos. Observen en Las Cortes cuál es la esencia del discurso: insultos explícitos y en exceso agresivos de diversa índole por parte de la derecha y posturas bravuconas de perdedores frente a caritas buenas de no haber roto un plato y palabras de extender la mano por el bien de todos, por parte de Sánchez. Es el lenguaje de la posmodernidad: la puñalada se da por la espalda, con silenciador y fino estilete, lo demás está pasado de moda, es la modernidad del siglo XX.

He ahí el estilo engañabobos en el que Sánchez se desenvuelve como Tritón en los mares y la derecha se las ve y se las desea por mucho que Cayetana se las dé de brava procediendo del estamento del que procede. Pobre muchacha, ya no es digna de mi amor.

ETIQUETAS ►