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Actualizado: 16 feb 2020 / 13:27 h.
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  • Practicando la desobediencia

Hoy que tanto se habla de feminismo transnacional, de redes de mujeres y de cultura como motor para propiciar cambios de paradigmas, me viene a la mente Las Insumisas y lo poco que se conocen los resultado del trabajo de este grupo de féminas. Las actrices Delphine Seyrig y Jane Fonda, la realizadora Babette Mangolte, la poeta y pintora Etel Adnan, la escritora y activista Kate Millett y la filósofa Simone de Beauvoir, entre otras, conformaron una auténtica gangs girls, con la que consiguieron dar voz a las mujeres, practicar el activismo y reivindicar su falta de visibilidad en un mundo patriarcal, usando para ello el lenguaje audiovisual.

Seyring, conocedora del talento de sus compañeras de cine, reunió en pleno años 70 a Chantal Akerman, Marguerite Duras y Ulrike Ottinger, junto con la vídeo-realizadora Carole Roussopoulos y la traductora Loana Wieder, para producir una serie de vídeos bajo el nombre colectivo de Les Insoumuses (Las Insumisas). Sus trabajos audiovisuales se convirtieron en una gran herramienta emancipadora y agente de activismo político. En 1982, las tres mujeres fundaron el Centre Audiovisuel Simone de Beauvoir en París, estableciendo un archivo audiovisual sin precedentes sobre las diversas luchas feministas de la Francia del momento y que hoy, en pleno siglo XXI, todavía colean algunas como el aborto legal, las torturas y la violencia propia de los conflictos bélicos, los derechos de las trabajadoras sexuales y las prisioneras políticas o el movimiento de la anti-psiquiatría.

En el Museo Reina Sofía de Madrid, podremos disfrutar hasta finales de marzo, de una exposición que nos acerca el trabajo de Seyring y la importancia de los colectivos video-feminista en la Francia de los años 70 y 80. Musas Insumisas, puede ser una forma de profundizar en los logros conseguidos por nuestras hermanas y aprovechar el mes de marzo, para rendirle tributo a este grupo de mujeres pioneras. Hacer una apuesta decidida por la cultura, el arte y la creatividad, ejecutadas desde el feminismo, como un ejercicio de liberación.

Practicando la desobediencia

“Lo personal es político”, el lema que abanderó la lucha feminista en los años 70, resurge hoy con más fuerza si cabe. Poniendo en el epicentro del debate social, la necesidad de seguir trabajando para que se cumplan de una vez los objetivos marcados en la agenda feminista hace ya décadas y que aún se amontonan en la lista de pendientes. Como la aniquilación en el cine del lenguaje sexista, dinamitar una industria cultural que cosifica a las mujeres y aparta a las profesionales del sector, poniéndoles mil trabas para alejarlas de los órganos de decisión y poder. Una industria, profundamente machista, que vemos cómo sobrevive a pesar de todo, porque toda una macro estructura la sustenta y legitima.

Gracias a asociaciones de mujeres profesionales del sector como AAMMA, CIMA... y al igual que hicieron en su día Las Insumisas, volvemos a incidir en un debate aún sin cerrar. Las mujeres tienen derecho a ser parte de la industria del audiovisual al cincuenta por ciento, contar sus propias historias y vivencias, haciendo resonar sus propias voces. Contar el devenir de la vida, desde su propia mirada que es justo la misma con la que observa la mitad del mundo.

Exposiciones como esta, nos ayuda a no perder de vista nuestros objetivos. Que el feminismo siga en este camino que ya trazaron otras mujeres para avanzar en un sector en el que necesitamos y exigimos estar presentes. Dejarnos de teorías y pasar a la acción. Que nuestros relatos sean valorados y tenidos en cuenta. Que cuando una mujer narra, sea esperado su discurso con la misma expectación y admiración que cuando lo hacen ellos.

Llevamos toda una vida observando e interpretando la realidad desde una posición supremacista, masculinizada... que no beneficia a una sociedad que tiene derecho a formarse y educarse sin sesgos de género. Hacer temblar los cimientos estructurales de la industria del cine, desafiar los roles de género normativos, incomodar al espectador/a para que active su lado reflexivo, construir masa crítica... pero sobre todo hacer cuestionamientos a lo estético, los sistemas de trabajo y el activismo.

Calladita estás más guapa (1976), Manifiesto SCUM (1976) y Maso y Miso van en barco (1976), son algunas de estas cintas audiovisuales que recomiendo rescatar para volver al origen y aprender de la sabiduría de todas estas mujeres que decidieron no callar más. Que nos enseñaron a cuidarnos y comunicarnos entre nosotras. Consiguieron que la cámara fuera parte de la escucha y filmaron relatos en primera personas sobre prostitutas en Lyon (Les prostituées de Lyon parlent, 1975 ) y abortos caseros (Y’ a qu’à pas baiser, 1971). El movimiento feminista se apropió de las nuevas tecnologías del video portátil en un gesto claro de desobediencia y emancipación, para hacer una crítica a la violencia hacia las mujeres y a los medios de masas.

“Me tiemblan las manos, no estoy cómoda, porque tengo tantas cosas que decir que rebosan. Son muchas las mujeres que llevan este exceso encima. Y eso justamente demuestra que su vida no es como debería ser. Y creo que es muy importante decirlo, porque es lo que yo padezco en este preciso instante y porque me parece que, como mujer, querría que se supiera que soy consciente de ello y que sé que mucha mujeres combaten esto conmigo”. Así hablaba Delphine Seyring, del grado de conciencia necesaria para luchar por nuestros propios intereses y el de otras mujeres, que reclaman ser escuchadas. Practicar la desobediencia, cuestionar los mitos, afrontar retos feministas que nos permitan construir mundo, sin pedir permiso ni disculpas. Alejarnos en definitiva de la sumisión.

@Pepavioleta