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Actualizado: 31 may 2019 / 11:29 h.
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  • ¿Prohibirá la Junta los carnavales?

Los Carnavales fueron prohibidos durante la Guerra Civil y dicha intervención restrictiva duró prácticamente hasta la democracia.

Las razones fueron muy diversas y concernieron a la denominada moral nacional-católica y alcanzó incluso la limitación absoluta del uso de máscaras, antifaces o cualquier tipo de vestimenta que impidiera el reconocimiento facial. No en vano, dicha utilización no impidió algunas venganzas o deudas pasadas, sesgadas tras los artificios festivos.

Para evitar la palabra “Carnaval”, se llegaron a denominar –donde la prohibición no pudo predominar sobre el sentimiento popular- “Fiestas de Invierno”.

Hace unos días, la Alameda se llenó de Carnaval y hubiera sido pecado –a la vista de la temperatura ambiente- denominarlas invernales; aunque a la vista de lo allí ocurrido, pecar no está nada mal, es más lo recomiendo fervorosamente ...

Fue en el Homenaje a Juan Carlos Aragon (qepd). Y fue tan multitudinario y luminoso que parecieran propiamente –esta vez sin antifaces- los propios Carnavales.

Las coplas y las letras resonaron a lo largo de la amplia plaza; quizás uno de los proyectos con menos sentido de los de la Sevilla de Monteseirín, diseñada sobre la idea de una gran ciudad, que lejos de los proyectos de I más D, nos han transformado en destino turístico, solo que con empleo coyuntural y de servicios, forma de llamar al que se caracteriza por su escasa retribución e intensa jornada, apenas aliviada con alguna escasa propina.

Esa multitud me hizo pensar si en esa marcha atrás a la que parecen apegarse determinados políticos, el Carnaval sería una reedición a la inversa del Valle de los Caídos.

Pero las letras de Aragón, me situaron en una perspectiva distinta de lo andaluz; de cómo no todo es “levantaos”, sino tal vez quedarse “sentaos”; y de cómo el gozo y el carpe diem, penetran en los agotados esqueletos para posibilitar que nos sigan sosteniendo, cuando los aires difíciles nos asolan, l modo de un faro tras las rocas.

Esa masa nada distinguida de personas que conocíamos las letras y las melodías, las entonaciones, el justo declinar de los verbos, me trajeron a la memoria los versos de Neruda, y la imposible detención de la Primavera.

Así que, el Carnaval es posible con o sin antifaces; dentro o fuera de la su estación, que no me refiero a la de penitencia; pero en el alivio y en la absolución de las existencias ardientes sin Dios, que como decía Nietzche lo mataron los hombres.

Asi que, ante un Dios ausente, bienvenido al improvisado Carnaval de homenaje a un héroe en su tumba. No hay nada más fértil y vigoroso que aquello que nos ha sido prohibido.

Descanse en paz, Juan Carlos Aragón y persistan para siempre sus letras y sus coplas, que descansar, descansar, no quiero...