Image
Actualizado: 12 sep 2021 / 12:41 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Momento del derrumbe de las Torres Gemelas. / EFE
    Momento del derrumbe de las Torres Gemelas. / EFE

Años después del brutal atentado de las Torres Gemelas estuve en Nueva York para cubrir el Flamenco Festival de Miguel Marín y me llegué con el bailaor y coreógrafo Mario Maya al lugar para de alguna manera homenajear a las víctimas. No recuerdo haberlo pasado tan mal en mi vida recordando en el sitio las terribles imágenes que vi hace veinte años en la redacción de El Correo, en su ya extinta sede de la Carretera Amarilla. Creo recordar que solo estábamos José María Gómez y yo y que nos quedamos unos minutos en silencio y mirándonos incrédulos a la cara. “Esto va a cambiar el mundo”, dijo el veterano periodista, y en estos veinte años desde el atentado lo habré escuchado miles de veces.

Sin embargo, creo que el mundo no ha cambiado tanto desde entonces. También decíamos que nos iba a cambiar la pandemia, de la que aún no hemos salido, y no veo el cambio por ninguna parte. Bueno, creo que nos soportamos menos los unos a los otros, pero eso hace décadas que lo veníamos viendo. En España hay un clima de crispación tal que invita a vivir en el campo alejado de casi todo. Y es curioso que sean los gobernantes, con Sánchez y Casado a la cabeza, quienes hablen de crispación cuando son ellos los únicos responsables.

Algunos hasta hablan de delitos de odio responsabilizando siempre a la derecha, como Irene Montero, Errejón o Ione Belarra, que manda narices. Otros no paran de hablar de retrasar la jubilación, acortarla o subir el salario mínimo. Curiosamente, personas que no le han dado un palo al agua nunca y que van a tener una buena pensión por haberse metido en política o haber tenido una relación con algún que otro macho alfa. ¿En qué hemos cambiado para mejor? Ayer veía a la mujer de Juan Espadas, alcalde de Sevilla y candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, defenderse como podía del lío de haber sido enchufada en la Junta, y sentí tanto asco que pasé un mal rato.

No es porque me sorprendiera, porque conozco bien al partido que ha mandado durante cuarenta años en nuestra tierra, sino porque el marido de esa señora, conocedor del chanchullo socialista, quiere ser presidente de Andalucía y nos va a pedir el voto ya mismo. Sigue todo tan podrido en esta tierra que ayer escuchaba decir lo del cambio que experimentó el mundo con el atentado de Nueva York y mientras más lo escuchaba más malo me ponía. Por la noche decidí asistir al debut de José Yélamo como presentador de La Sexta Noche, sustituyendo a Iñaki López, y no partí el televisor de puro milagro. A lo mejor es que el mundo ha cambiado y que yo sigo en el mío propio, ajeno a la realidad, escribiendo y jugando con mis mascotas.

ETIQUETAS ►