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Actualizado: 04 jun 2021 / 04:00 h.
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  • Pues yo no pongo la lavadora

No me enteré de lo de la lavadora de doña Carmen, estaba en mis asuntos intelectuales. Me gustaría que Carmen Calvo o Susana Díaz vinieran a casa a ponerme en marcha la lavadora en la hora ésa en la que más luz se ahorra. Les dejaría la llave debajo del felpudo y a mí que no me molesten porque estaré durmiendo como buen macho que se merece el descanso del guerrero tras una dura tarea que deja exhausto: aguantarles a ambas sus ocurrencias y analizarlas científicamente. Y ya de paso que me dejen hecha la comida del día siguiente, con unos chícharos y un gazpacho me conformo, tampoco es asunto de abusar de estos dos grandes cerebros que tendrán que hacer sus cosas secundarias como es seguir lanzando sus geniales aforismos de la entrepierna, podrían publicar un libro con ese título: Aforismos de la Entrepierna, un best seller seguro, con estudio introductorio de Irene Montero.

Yo nunca pongo la lavadora en mi casa, hay otra persona encargada de eso, es una mujer, y la enchufa a cambio de una compensación, sólo viene para eso y poco más, un ratito, mi misión en la vida es otra y eso no significa que la tarea de quien se encarga de mi lavadora sea menos importante que la mía. Como cantaban Carlos Puebla y Los Tradicionales en Cuba, “si no fuera por Emiliana nos quedaríamos con las ganas de tomar café”. La canción hacía referencia a que una cuadrilla de hombres acudía bien temprano al campo a recoger caña de azúcar para la exportación y había una humilde mujer que tenía el detalle de prepararles un café antes de la faena. Por supuesto, Emiliana era una vendida al macho o bien lo hacía obligada por el patriarcado opresor revolucionario y comunista.

En España, Madrid figura como comunidad autónoma feminista muy destacada de las demás por su apoyo a Ayuso. Pero, ay, leches, ¡si los votos de Ayuso son de fachas! ¿Qué ha pasado aquí? ¿Vuelve la sección femenina? ¿Creará Ayuso una consejería de la mujer pero dedicada a enseñar cómo arrancar lavadoras sin despertar al macho yacente? ¿Obligará a hacer la covada? ¿Recuerdan ustedes qué es la covada? Vamos a que Internet nos ilumine, al diccionario: “Costumbre que pervive en zonas de Asia y de América, y que existió en algunas partes del norte de España, consistente en la permanencia, tras el nacimiento de un hijo, del padre en la cama, recibiendo atenciones, mientras la madre vuelve a sus tareas habituales”.

¡Anda! ¡El mundo al revés! ¡El padre en la cama sin haber parido y mucho menos con cesárea! Fíjense que mientras que Susana la pobre ha sido discriminada por tener que dar el pecho, pende sobre las cabezas de las españolas la posible implantación de la covada en la Comunidad Autónoma de Madrid, es un agradecimiento que Ayuso le enviaría a sus votantes masculinos, que no a sus votantas. Como los progresistas se negarían a aceptarlo no hay duda de que se beneficiarían de él los machos fachas que fueran padres, sería por tanto fácil dar con ellos.

Qué lástima, no estar en Madrid. A mi pareja de 2008, como madre, y a mí como padre, nos discriminó Zapatero cuando sacó eso del cheque bebé. La madre de mi hija recién nacida -otra mujer discriminada- no era española entonces y se lo negaron. ¡Pero el padre sí, la madre lo juraba ante La Biblia! ¿Ven ustedes? Otra decisión para los aforismos de la entrepierna, a causa de la entrepierna, tres personas discriminadas, dos españolas y otra -la madre- que no había llegado a España en una balsa sino que no sólo lo hizo legalmente y de un país hermano sino que no pidió dinero al erario español, al revés, se lo dio, porque venía bien becada desde México para doctorarse aquí y aquí ha dejado su cerebro, por fortuna para nosotros y desgracia para México.

En definitiva, y para no alargarme más, que no pongo la lavadora, yo soy un pensador, un profesor. No tengo tiempo ni para el ejercicio ése que dicen que hay que hacer para no morirse antes. Mi obsesión es intentar comprender el mundo en el que vivo, si es menester me arremango y le doy a las teclas de la lavadora igual que friego los platos pero, como hay una persona que se dedica a tal labor, yo a mis estudios. Repito: ambas cosas son igual de importantes porque yo voy limpito y oliendo a Vernel gracias a la amabilidad de una señora que me dice que esté tranquilo en mi estudio mientras ella desarrolla la colada. ¿Pasa algo? Quien no esté de acuerdo, debajo del felpudo tiene la llave, que se solidarice con mi asistenta, a ver qué le dice. Y Carmen y Susana, no tienen más que negarse a la muy digna tarea de darle marcha a la lavadora que es lo que hacen millones de mujeres y hombres -menos yo que delego por egoísmo solidario-, y dejarse ya de frases aunque el mundo de la filosofía pierda sus dos portentosos cerebros. ¿Saben nuestras filósofas que hay mujeres que se curran a fondo su puesto de trabajo por muy poco dinero mientras que ellas lo ganan muy bien -ahora y lo harán en su retiro- desde hace bastantes años con mucho menos esfuerzo y adulando a don Pedro? ¡Vaya si lo saben! Pero ellas viven sobre todo de sus filosofías, no tienen tiempo para bajar a la arena. Salvo que haya elecciones que les permitan seguir viviendo de la filosofía.

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