Image
Actualizado: 29 ago 2019 / 10:03 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Querido Sebastián García

La muerte siempre se lleva

lo que llevarse no debe,

dejándonos en la tierra

lo que ni la tierra quiere.

Esta soleá la creé hace años y no he encontrado otra mejor para escribirte esta carta con un nudo en la garganta y un fuerte dolor en el alma. Sabes lo que para mí ha supuesto siempre El Correo de Andalucía, donde me acogieron con cariño y, sobre todo, paciencia. Ya estaba en el decano de la prensa sevillana cuando llegaste, tras la Expo 92, y desde el primer momento te fijaste en mí y mis ganas de aprender. Sabía algo de tu brillante carrera como periodista de raza y trabajar a tu lado era un orgullo. No eras muy flamenco, siento decírtelo, pero entendías perfectamente mi labor de crítico y siempre respetabas los hachazos que les pegaba a las estrellas de lo jondo y a la Junta de Andalucía. Algunas veces estabas aún en la redacción cuando llegaba corriendo de ver los espectáculos de la Bienal y me mirabas para ver cómo traía la cara. “Te temo, Manuel”, me decías a veces, y yo te tranquilizaba. Y cuando entregaba la crítica y le echabas un vistazo antes de cerrar la edición, descubrías el leñazo y decías: “¡Lo sabía, lo traías en la cara!”. No te imaginas cuánto te agradecí siempre tus consejos y, sobre todo, el respeto que me tenías, sabiendo, porque lo sabías, que no venía de la Universidad sino de los andamios y las calicatas. No olvidaré jamás tu cara amable y esa mirada con brillo de cristal fino que me hacía sentirte siempre tan cercano. Eras fundamentalmente un hombre bueno, sencillo y amable. Y un periodista como la copa de un pino. Fue un placer formarme a tu vera y al lado también de otros grandes periodistas de aquella época, como Manuel Gómez Cardeña, Antonio Avendaño, Rafael Guerrero, Carmen Carballo, Paquita Godoy, José María Gómez, Pepe Guzmán y Tomás Furest.

ETIQUETAS ►