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Actualizado: 15 jul 2019 / 16:30 h.
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  • ¿Quién quiere ser camarero?

Ahora que llega la bulla, dice la patronal hostelera del Levante español que no encuentra camareros ni debajo de las piedras. Hace unos meses eran los albañiles. Pero es que en esta España nuestra del avío los camareros se hacían albañiles cuando llegó el momento de inflar la burbuja y los albañiles se hicieron camareros cuando tocó desinflarla. Y lo que menos importa es la profesionalización de dos ocupaciones tan dignas.

Lo he contado alguna vez. Cuando mi esposa, entonces novia, me presentó a su abuelo, que en paz descanse, el hombre me preguntó a qué me dedicaba. Mi novia le contestó por mí que maestro, porque yo ya se lo había dicho, pero él acercaba la oreja y no había manera. Cuando él se dio por enterado, confirmó: “Albañil”. Había entendido maestro albañil, que es una de las profesiones más finas del mundo. De hecho, ahora que esa crisis que ha durado oficialmente solo una década ha destrozado todas las profesiones, escasean los maestros albañiles, que siempre han requerido de una formación a lo largo de décadas para terminar siendo demandados profesionales.

En el sector de la hostelería, también han funcionado las chapuzas. Y muchos hosteleros de medio pelo han creído que, como en la construcción, también iba a haber albañiles dispuestos a servir mesas como por cuenta, es decir, a repartir platos como ladrillos, en una demostración de que ni se respeta la profesión de albañil ni la de camarero, como si ambas fuesen ocupaciones para cuando no se tiene un trabajo mejor. Craso error.

Si en España hubo y hay profesiones tan dignas como imprescindibles estas son las relacionados con la agricultura, la construcción y el turismo, o dicho de otro modo: agricultor, albañil y camarero. ¿Y cuántas veces, sin embargo, hemos oído decir eso de el campo es lo último?

No, el campo es lo primero, y por eso forma parte del sector primario. La construcción podría ser lo segundo, y por eso forma parte del sector secundario. Y la hostelería, que es un servicio amplísimo en un país que puede y debe vivir del turismo sostenible, vendría a continuación, pero no por ello ha de considerarse menos importante, sino fundamental en la consolidación de un país profesionalizado que quiere ser civilizado.

Lo que no va a funcionar a partir de ahora es que ciertas profesiones sean tratadas con la punta del pie y cuando haya oferta acudan como moscas a la voz de su amo. No. Ahora no acuden los camareros que ya tienen trabajo. Y los que no, tampoco, porque ya han encontrado otro.

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