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Actualizado: 12 sep 2015 / 23:48 h.
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RRefugiado: «Persona que, a consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, se ve obligada a buscar refugio fuera de su país»; RAE dixit.

Refugiar: «Acoger o amparar a alguien, sirviéndole de resguardo y asilo»; de nuevo, RAE dixit.

Paradojas de la vida, Luis Maestre, padre de la teniente de alcalde de Madrid, Rita Maestre, no responde a la primera definición, en tanto que es un Español que no huye «de revoluciones o persecuciones políticas», entre otras cosas, porque no acude a misa, dado que en dicho caso, sería «perseguido», domingas al aire, por su misma hija o cualquier «revolucionaria» de FEMEN. A pesar de ello, Rita, su querida retoña, ha tenido a bien: «acogerle, ampararle, sirviéndole resguardo y asilo». Resguardo y asilo pagado por todos los ciudadanos de Madrid, pues ha sido designado Subdirector General de Atención al Contribuyente de la Consejería de Hacienda del Ayuntamiento de la Capital. Investidura larga, pero rentable.

Paradojas de la vida, D. Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, tampoco responde al enunciado de Refugiado, no obstante, la alcaldesa de Madrid, a la sazón su tía, le ha nombrado Presidente de la Junta rectora de Ifema, «acogiéndole, amparándole y sirviéndole resguardo y asilo» al calor del bolsillo de todos los ciudadanos de Madrid. Otra que tampoco responde al axioma de refugiada, es doña Irene González Martínez, pero su marido, el concejal Pablo Soto, otra vez de la Villa de Madrid, no ha dudado ni un instante en «acogerla y ampararla», a costa del presupuesto de la sufrida metrópoli, en otro carguito ad hoc.

Paradojas de la vida, no me consta que Adriá Alemany o Vanesa Valiño, sean refugiados. El primero es el marido de la alcaldesa de Barcelona y la segunda, «compañera» del primer teniente de alcalde de la misma urbe. Sin embargo, ambos han sido dadivosamente “acogidos, amparados”, encontrándose a feliz «resguardo y asilo» del erario público del Municipio de la Ciudad Condal.

Seguro que todo son bonitas coincidencias familiares y el nepotismo no ha tenido nada que ver. En cualquier caso, a primera vista, a no ser que Barcelona lo remedie, Madrid resulta más generosa con la «parentela refugiada», que Barcelona.

Por limitaciones puramente de espacio, para la columna de hoy, no he investigado, ni transcrito, las posibles paradojas de la vida que pudieran estar ocurriendo en Consistorios como el de Valencia, Santiago, La Coruña, Cádiz, Pamplona, nuestra querida Sevilla u otros de similar pelaje. En cualquier caso, ante la magnitud del asunto, Podemos y sus marcas grises, han montado un Comité de Urgencia cuyo objeto es «desarrollar un plan alternativo de colocación» ante la apremiante avalancha de familiares que se avecina en los diversos Ayuntamientos. Ya saben, «refugiados», quienes no respondiendo al enunciado, «son acogidos y resguardados de la guerra y la revolución», que supone buscar trabajo por uno mismo... ¡Olé con la solidaridad!.

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