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Actualizado: 10 dic 2020 / 12:00 h.
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  • Se acaba 2020 y la botella medio llena

Está a punto de acabar el año 2020 y no todo ha sido catastrófico. Casi todo, pero se ha librado del calificativo una pequeña parte.

¿Recuerda usted cuando descubrió que se podía hablar con perfectos desconocidos durante el confinamiento sin correr peligro alguno? Sí, sí, con su esposa, con su marido o con sus hijos. Ya sé que estas cosas duelen, pero somos muy desconocidos para los más cercanos. Aunque nos pongamos a patalear en un rincón, somos desconocidos para padres, hermanos, hijos, maridos y esposas. Pero el caso es que hemos tenido un contacto intenso y formidable con la familia durante unas semanas en las que parecía que el mundo se estaba acabando.

¿Recuerda cuando miró por la ventana de casa y se maravilló con la estampa que se podía disfrutar de su ciudad? Brillante, limpia y llena de sonidos que antes del SARS-CoV-2 no había sido capaz de escuchar. Pues sí, eso pasó durante el confinamiento de primavera. Descubrimos que junto a la ventana es el mejor lugar para leer un buen libro.

Este año 2020 ha servido para que nos lavásemos las manos mucho más y mucho mejor; y esto se traduce en una incidencia bajísima de todo tipo de virus y bacterias ya conocidas que este año están casi desaparecidas. Este año 2020 los carteristas han tenido poco trabajo en los transportes públicos, en los grandes almacenes o en las entradas a los campos de fútbol. La crisis para los carteristas ha sido un auténtico desastre. Porque hemos mantenido distancia de seguridad entre unos y otros. Además, según un estudio elaborado por sicólogos que saben de esto, tendemos a ver bellezas tras las mascarillas que nos tapan buena parte del rostro; tal vez, esos rasgos tan atractivos no existan la mayor parte de las veces, pero nuestra imaginación nos hace estar entre gente guapa, agradable. Y, sin duda (esto lo añado yo sin ser profesional), hemos pasado a ser más enigmáticos, más misteriosos.

Por otra parte, el año 2020 será el año que menos gastemos en cenas y comidas navideñas de los últimos lustros. Menos personas, menos ganas de celebración, menos tela en el bolsillo... Cada uno sabrá la razón por la que este año se va a desplomar el consumo en comida y en regalos. Pero tendremos algo más para gastar el próximo verano, un tiempo en el que esta pesadilla habrá pasado de largo (esperemos).

En fin, si queremos ver la botella medio llena podemos hacerlo. Es casi imposible con tantas personas enfermas alrededor, con tanta ausencia tras las esquinas, con tantas camas llenas en las UCI’s de los hospitales españoles, pero no podemos anclarnos a la tragedia, al dolor o a la amargura, y tenemos que hacer lo posible para mirar la botella medio llena aunque no sea así.