Image
Actualizado: 01 oct 2021 / 10:39 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Fotografía: Mediaset
    Fotografía: Mediaset

Soy cándido en exceso. Lo reconozco. Y eso me ha llevado a pensar que el programa de televisión «Secret Story. La casa de los secretos» no podría dar más de sí en algunos aspectos. Me equivocaba porque la zafiedad, mala educación, dosis de maldad o idiotez de los participantes, parecen no tener límite alguno.

Han llegado a ponerse la mano encima. Una de las participantes tuvo que hacer las maletas cinco minutos después. Pero podría volver a ocurrir si las cosas siguen como están. Los insultos, los berrinches, la tensión que se vive en el seno del grupo y los modales de este grupo de barriobajeros recalcitrantes, pueden provocar peleas y que alguno suelte un guantazo a otro.

Hay que reconocer que el casting lo ha realizado un genio. No se puede juntar a más tarados, incultos, catetos y agresores en potencia, en menos metros cuadrados. Y resulta mucho más meritorio cómo se ha logrado que entre todos sumen lo justo para alcanzar un cociente intelectual rayando los 60 puntos. Por ejemplo, han incorporado al programa -sustituyendo a la expulsada por empujar a un joven estúpido, provocador, histérico y maleducado- a una tal Adara. Esta chica es muy guapa. Y muy lerda. Se ríe de cualquier cosa sin ton ni son; intenta ser graciosa y resulta ser desagradable y faltona; no sabe hacer la o con un canuto y su discurso es propio de una niña de cinco o seis años. Y de mala leche anda sobrada. Aporta, más o menos, dos puntos a ese cociente intelectual colectivo. Ver cómo habla, camina o se expresa esta mujer deja estupefacto a cualquiera.

Este programa representa lo que una sociedad no puede llegar a ser. Es una vergüenza comprobar hasta dónde puede llegar un ser humano para ganar un puñado de euros.

ETIQUETAS ►