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Actualizado: 16 oct 2020 / 12:47 h.
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  • El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se reúne en San Telmo con los alcaldes de las ocho capitales de provincia andaluzas, en el marco de los encuentros de la Alianza por Andalucía.
    El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se reúne en San Telmo con los alcaldes de las ocho capitales de provincia andaluzas, en el marco de los encuentros de la Alianza por Andalucía.

Seguimos contagiándonos, se siguen detectando nuevos brotes. Desgraciadamente se sigue muriendo gente, y nosotros erre que erre. Somos irresponsables, desobedientes, incorregibles, no hacemos caso de las recomendaciones que nos hacen las autoridades políticas, sociales ni sanitarias, ni tan siquiera al sentido y bien común. Hacemos lo que queremos y eso no está bien. Este virus no es pasajero, ha venido a quedarse, a convivir con nosotros durante mucho tiempo, a desquiciarnos, a cambiarnos la vida y en muchos casos, demasiados, a matarnos.

Y parece que nos da igual, queremos seguir viviendo como antes y eso simplemente no puede ser. Lo más grave de todo, no tenemos solución a este problema. Vamos a estar en peligro permanente hasta que no se invente la ansiada vacuna anti-Covid 19. Después habrá que fabricarla, comercializarla, distribuirla y al final nos la inyectarán. Para cerrar todo este proceso, hace falta tiempo, tiempo que no tenemos. No somos el presidente norteamericano Trump. Mientras tanto, este mal solo se puede controlar con unas sencillas normas que nos tenemos que aplicar o que nos obliguen a aplicarnos con rigor. Las conocemos todos: lavarnos las manos a menudo, mantener una cierta distancia con el otro (la mal llamada distancia social), y utilizar correctamente una simple mascarilla.

Luego hay otras derivadas de estas: no botellones, no reuniones masivas, no concentraciones o celebraciones multitudinarias, pero parece ser que estas sencillas reglas no las puede asumir esta sociedad de cristal que hemos creado. Y lo peor es que nuestros responsables políticos más cercanos, que son los que tienen que hacernos cumplir estas normas, o no se enteran de lo que pasa en su ciudad, o miran para otro lado. Señores Alcaldes, hagan cumplir las normas por el bien de todos. Es su obligación, actúen de manera más rigurosa y eficaz que nos estamos jugando mucho. ¿Han visto las imágenes del pasado fin de semana en Sevilla, en Granada, en Cádiz, en el Rocío o en tantos y tantos pueblos de Andalucía? Botellones, reuniones masivas, colas interminables, baile y cante sin control, un desmadre total, verdaderamente ha sido impresentable.

Y esos grupos que pasean por nuestras ciudades y pueblos, y ven una mesa y se enganchan a ella como un auténtico salvavidas, donde lo primero que hacen es quitarse la mascarilla, dejarla en la mesa, colgarla en el brazo y los más tontos en la garganta, toman el cafelito en animada y cercana charla. Y no hablo de los de los gin tonic, que ya con el segundo empiezan con el ritual de la amistad con besos y abrazos sin sentido. Y las autoridades o no hacen nada o muy poco. Por favor, hagan cumplir la ley. Ya que no han señalizado la ciudad direccionando las calles, las avenidas, los puentes, las bancadas, al menos sean exigentes con las normas que preserven la salud de sus ciudadanos. Busquen y encuentren el equilibrio entre nuestro sistema de libertades y el cuidado de nuestra salud. Alguien dijo «la libertad y la salud se asemejan, su verdadero valor se conoce cuando nos faltan». ¡Pues eso!