Image
Actualizado: 16 nov 2021 / 13:22 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Sevilla, ciudad del «ya te llamaré»

Tenemos esa fama los sevillanos, yo he comprobado que es cierta, al menos si hablo de generalidad. Dicen que no es bueno generalizar, es verdad, no es científico, como cuando se dice en los medios: “Toda Sevilla con el Gran Poder”. No, porque para decir eso se precisa llevar a cabo un estudio detallado, cuantitativo y sociológico del acontecimiento. Al mismo tiempo, titulares así convierten a Sevilla en una ciudad provinciana, limitada, sin apenas pluralidad, es como decir “todo Madrid con la Almudena o con San Isidro”. De todas formas, para entendernos, simplificamos las cuestiones y el caso es que mi experiencia con alumnos foráneos y con personas de otras zonas de España me enseña que Sevilla es la ciudad del “nos vemos”, “oye, tenemos que vernos más despacio”, “nos llamamos”, “ya te llamaré”.

Según los testimonios que vengo recogiendo, los sevillanos no somos tan acogedores como se dice o, mejor, acogemos de una manera que calificaré como especial, dispersa, vivimos hacia fuera mucho más que hacia dentro, somos una sociedad de bares y de calle, es lógico, el clima lo permite, lo que echan de menos las personas con las que he hablado estos años es menos improvisación, más charlas en las casas de unos u otros sevillanos y, sobre todo, más formalidad. No es preciso decir “tenemos que vernos” como algo obligado por prejuicios del qué dirán si no lo digo, basta con despedirse y punto. Personalmente, como he nacido en Sevilla, cuando me dicen lo de ya te llamaré o frases semejantes, no echo ni puñetero caso, sé que es un tópico, sé que cada cual va a lo suyo y que en Sevilla existe mucho hablar y poco hacer. Sin embargo, el que viene de fuera de Sevilla y de España se lo cree y luego le llega el desencanto. A lo peor es que ese personal externo necesita que le den cariñito, el que no le han dispensado de niño, para eso no estamos los sevillanos, eso sería su problema, lo único que hay que hacer es no sembrarle falsas esperanzas, no hay necesidad de sentirse obligado a quedar bien, es mejor ser malaje que maleducado.

El mundo actual está especialmente desbocado, ya no existe ese orden implantado del hombre trabajando y la mujer en casa con la pata quebrada, ahora trabajan los dos miembros de una pareja, sea heterosexual u homosexual, hay niños de por medio, con frecuencia de uno y del otro miembro de la pareja, de anteriores emparejamientos. A todo ello se ha unido una sociedad digital que nos trae tantas satisfacciones como dolores de cabeza, la gente se incomunica de tanto comunicarse, se abren chats por cualquier motivo sin abandonar redes sociales, wasap, teléfono, emails, evasión con la TV y sus series y películas. Añadamos las múltiples actividades en las que nos apuntamos: asociación tal, senderismo, gimnasia, yoga, paseos y cuidados de mascotas... Paradójicamente, todo ello acaba por sembrar confusión en lugar de socializar de verdad.

Quiero decir con lo anterior que cada vez somos menos dueños de nuestro tiempo, nos hemos dejado esclavizar creyendo que usamos nuestra libertad, cayendo en las manos de múltiples modas que nos impiden unas relaciones sociales serias y sólidas. Queremos estar en todas partes y al final no estamos en ninguna. Lo sé, me dedico a estudiar eso y por ello no echo la menor cuenta ante esas frases de “nos tenemos que ver”, “te llamo pronto”. No, mejor es ser prudentes, puede que el sevillano no sea tan alegre como lo pintan ni tan social como se ve a simple vista, puede que sea todo lo contrario: un ser con poca autoestima que se tiene que consolar con bares y promesas tópicas que no encierran compromiso alguno.

ETIQUETAS ►