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Actualizado: 20 sep 2020 / 13:10 h.
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  • Sevilla da pena y Madrid da miedo

Dos de las ciudades del mundo que más amo son Sevilla y Madrid. En ambas me han tratado de forma exquisita. Sevillanos y Madrileños me han cuidado, he podido crecer como persona en las dos ciudades, los buenos momentos pasados son innumerables. Incluso me han odiado bien.

Me cuentan lo que se vive en Sevilla actualmente. Que la alegría se ha evaporado, que las personas van y vienen por las calles de la ciudad como si no tuvieran rumbo cierto, que falta esto aquí y eso allá para que la ciudad se parezca a la ciudad. Me dicen que Sevilla no es la Sevilla de siempre. Y me parece doloroso, triste y descorazonador. Hace muchos meses que no viajo hasta allí y me gustaría regresar en el momento en el que no se me salten las lágrimas caminando por calles mustias. Si en Sevilla no luce bonita la luz es que la cosa es mucho peor de lo que creímos en su momento.

Madrid da miedo. Madrid es una ciudad enorme que, de pronto, se ha hecho muy pequeña. Parece que las zonas más castigadas por el SARS-CoV-2 quedan pegadas a las que todavía resisten una pandemia que ha arrasado con todo, el miedo hace que creas tener el peligro al lado aunque no sea así. Pasarán muchos años hasta que las cosas vuelvan a ser normales. Antes, en Madrid se presumía de acoger a cualquiera sin preguntar de dónde llegabas o quién eras. Ahora, nos miramos poco y si lo hacemos es con desconfianza, con cierto temor.

Sabemos que con el coronavirus acechando no tomar decisiones rotundas y a tiempo significa que todo va a peor. En Sevilla y en Madrid. Los políticos son los únicos que no se han enterado y el resultado es que en un sitio te mueres de pena y en el otro de miedo. Y en soledad, literalmente, en soledad.