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Actualizado: 22 feb 2021 / 04:00 h.
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  • Sevilla se vende

Cuando a principios de los años 90 del siglo pasado, Joaquín Prats nos deleitaba con el programa televisivo El Precio Justo y nos enseñaba aquellos magníficos paneles llenos de regalos, nadie se imaginaba, 30 años después, que Sevilla se convertiría en un gran panel en venta a expensas de que alguien ofrezca su precio justo para llevarse todo el lote. Pero, del mismo modo, en aquel juego, el presentador anteponía unas reglas y, sin embargo, aquí sólo ponemos la mano y cerramos los ojos sin decir o padecer sentimiento alguno sobre la escabechina, el expolio más absoluto que está sufriendo esta ciudad en atención a los grupos inversores que llegan a Sevilla para comprar edificaciones y el desprecio más pueril por todos los que aquí vivimos.

La verdad es que son duras las informaciones que nos llegan de ventas al por mayor de edificios en el núcleo noble de la ciudad para convertirlos literalmente en apartamentos turísticos. Sevilla, señores, se vende y es lo que el ayuntamiento hispalense ha notificado al mundo exterior. La verdad es que no entiendo la razón de estas medidas mirando a otro lado, pero está claro que los responsables de evitar y vigilar estas situaciones se han convertido en meros espoliques de un caballero llamado don dinero al que nada le importa la historia, la ciudad y el derecho de los sevillanos a residir y disfrutar de Sevilla. Y todos y cada uno de nosotros hacemos soliloquios cuando nos enteramos de que nuestra historia, nuestro patrimonio o nuestra sevillania se pone en venta, pero así, definitivamente, no arreglamos los destrozos que nos pueden hacer y que, muy desgraciadamente, ya han hecho. Conversaciones de barras de bar que no llevan a ningún sitio.

Sevilla no puede caer en la mamarrachada de convertirse en un panel en venta por culpa de cuatro señoritos que espumean su belfo pregonando las excelencias de la ciudad a una hora mientras a la siguiente aplauden la venta al por mayor ¿Para cuándo una fiscalización de todo este tipo de ventas? ¿Para cuándo una ordenanza cuyo artículo primero confirme que Sevilla pertenece a sus vecinos y residentes? Ya está bien de todo esto porque demasiado patrimonio y vida pierde esta ciudad desde los años 60 del siglo pasado. ¿Por qué están dejando que los grupos inversores entren en Sevilla con su sombrero de ala ancha cabalgando por las calles y repartiéndose entre ellos la ciudad mientras el vecino aguarda sentado en los poyos de piedra de Alfonso XII? a ver si del silencio actual del centro de Sevilla pasamos a la muchedumbre vulgar cuando, para entonces, no habrá vuelta atrás.

¿Es que los que acostumbran a repanchingarse en sus sillones aristocráticos de Plaza Nueva van a seguir permitiendo este expolio patrimonial? Si continuamos con esta dinámica de ventas al por mayor, de hoteles playeros junto a la historia de Sevilla o al destrozo de lugares como pleitesía al euro, Sevilla ya no mirará a sus gentes sino a las nubes blancas que caminan por nuestro cielo azul al mismo paso lento que la Cabalgata. Por Sevilla hay que jugarse la vida porque ni la política ni el ejercicio de comercial están por encima de ella. Es la sociedad civil sevillana la que debería montar sus troneras desde ya para impedir que no vendan Sevilla.

El planteamiento correcto no es regularizar donde hallar y en qué condiciones un piso turístico, un albergue o una residencia probotellona sino para que, cuando y donde la ciudad puede prostituirse, si es que puede y debiera, vendiendo su historia para siempre. Me temo, por desgracia, que al igual que Sevilla se está quedando enjuta de historia y patrimonio, nuestros responsables se están quedando desechos no sólo en ideas sino en fortaleza para decir no a lo que atañe a la destrucción de nuestra sevillania. En definitiva, seguir jugando a vender Sevilla es asegurarse que la hoja del cuchillo atravesará nuestras carnes y el centro se quedará sólo al libre albedrío de cuatro marqueses del dinero a los que Sevilla les importa muy poco mientras la ciudad nos hace llegar su clamor estentóreo de lo que está ocurriendo.

Démonos cuenta de la emboscada que están perpetrando a Sevilla porque si no lo hacemos, dentro de unos años nos preguntaremos si Sevilla se ha quedado desierta o ha muerto. Y ya saben ustedes que el agonizante tiene una posibilidad de sobrevivir, pero el muerto, por desgracia, seguro que no. Ya es hora de que vayamos teniendo el orgullo de decir basta a quienes venden Sevilla porque, de lo contrario, y ahora sí, a Sevilla no la conocerá ni la madre que la parió.

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