La felicidad ha llegado a la sociedad española, la ilusión nos embarga a todos, ¡Dios existe! Tamara Falcó ya tiene anillo de compromiso muy mejorado. Es el mismo que ya vimos aunque tuneado; es decir, piedras más grandes y esas cosas. A más quilates más felicidad para todos. Además, Tamara ha dicho que con esos diamantes se conforma. Es que es un cielo esta niña. Por fin, por fin, por fin.
No sabemos nada del vestido. Lo único a lo que podemos agarrarnos es a los comentarios de la propia Tamara: ‘Mi madre no ha entendido mi vestido de novia. Ni mi hermana. Es una apuesta muy arriesgada’. ¿Cómo quiere ir esta mujer hasta el altar? ¿Vestida de astronauta, de bombero torero, de Tamara Falcó...?
El romance que más titulares ha dado durante los últimos meses (solo la ruptura de mamá ha estado a una altura similar) se consolida gracias al olvido repentino de Tamara. Ella perdona, ella se fía, ella es feliz. ¿No será que los trenes comienzan a escasear y este apesta a última oportunidad?
Hay que ir preparando la boda, damas y caballeros. Palomitas de maíz, un recuerdo del enlace (se podrá comprar en la Internet tarde o temprano), peluquería para estar en sintonía...
Y hay que decir a Iñigo Onieva que confiamos en él, que no puede convertir el romance de todos en una castaña pilonga y a su futura esposa en carne de cañón de convento de clausura.
Qué alegría y qué emoción. Ya tenemos anillo y nos casamos.