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Actualizado: 27 jul 2022 / 17:37 h.
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  • Tardes de verano II: La guerra de Putin nos importa un bledo

Ucrania sigue invadida y castigada por el ejército ruso y por alguno de sus aliados. Parece que ya no pasa nada y, en realidad, el sufrimiento es, cada día mayor; el número de muertos va aumentando sin remedio; las madres de los reclutas rusos que no deberían estar en el campo de batalla siguen llorando sin consuelo; y Putin sigue amenazando la paz de todo el mundo.

Se nos está olvidando. Se nos ha olvidado.

¿Recuerdan ustedes un país que se conoce como Afganistán? ¿Recuerdan a esos jóvenes afganos subiendo a los aviones en marcha (al tren de aterrizaje o a cualquier saliente del fuselaje) y cayendo al vacío poco después del despegue? Sí, hace unos meses cuando los americanos dejaron el país. ¿Recuerdan a esas mujeres que pedían auxilio porque los talibanes les iban a obligar a dejar la universidad? Lo recuerda seguro aunque nadie mueva un dedo por solucionar el problema. Allí siguen todos ellos pasando las de Caín.

En 1979, las mujeres iraníes retrocedieron siglos. El Sha Mohammad Reza Pahlavi salía del país y todo lo que tenía algo que ver con occidente pasaba al lado oscuro para el nuevo mandatario, el Imam Jomeini. Adiós al voto femenino, adiós a las faldas o a los pantalones, adiós a todo lo que pudiera representar dignidad para la mujer. Lo recuerda seguro. Lo recordamos todo, pero no sirve de nada.

Pasado el verano, pasados unos días, vamos a darnos un baño de realidad porque la guerra de Ucrania seguirá su curso y con ella la crisis económica que llega sin remedio. Y nos acordaremos de la guerra para pensar que Zelenski debería ceder y acabar con tanto sufrimiento y, de paso, con el nuestro (el frío es muy malo y el batacazo económico va a ser monumental). Exigiremos que deje las cosas estar por el bien de todos.

Y así, entre gesto cínico y gesto melodramático, saldremos adelante dejando en la estacada a los de siempre. Somos lo que somos y no lo podemos remediar. Una lástima.