Image
Actualizado: 27 oct 2020 / 20:32 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Tauromaquia y cerámica

¿Conoce Vd. los retablos cerámicos dedicados a los toros en la Real Venta Antequera? ¿O los azulejos dedicados a algunos toreros que están fundamentalmente en calles de Triana? ¿Y las placas de la Maestranza?

La glorieta de los Toreros se encuentra entre entre Avda. de Portugal, y la Avda. de la Borbolla.

Inmediatamente detrás de la glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero, en un nivel inferior y entre naranjos, setos de Pittosporum , de boj y algunos eucaliptos, allí está la Fuente de los Toreros.

En la época romántica en nuestro país el torero se convierte asimismo en personaje de relevancia. Héroe popular.

El espacio que ocupa la Fuente de los Toreros no es muy amplio. Su forma es circular. Cuatro gradas revestidas de azulejos policromados. Y cuatro bancos con respaldo terminados por pilastras, abiertos por otros tantos pasos.

Todo de obra y asimismo alicatado con pequeñas baldosas, cuya decoración consiste en una variedad de asuntos seriados que representan retratos de toreros, personajes del siglo XVIII y tipos populares toreros, picadores....

Desde los tiempos más remotos, el toro, por su carácter mítico y semi-sagrado, aparece con profusión en el arte y concretamente en la cerámica. El toro siempre ha sido uno de los más cercanos, admirados y respetados por el hombre. El toro fue utilizado por el hombre como animal de trabajo, como alimento, pero también le era útil para el entrenamiento en la lucha caballeresca, o no, contra los árabes.

Los alfares de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo (Toledo), que prevalecen sobre todo a partir de 1600, fabricaron cerámicas de utilidad y ornamentales decoradas con temas taurinos.

En Triana en las últimas décadas del siglo XVIII y primeras del siglo XIX la cerámica dejó de ser copia de las corrientes de otros países para representar escenas populares.

Los toros y las escenas taurinas con los que se decoraron un gran número fuentes, vajillas, tinajas, platos, azulejos y lebrillos trianeros.

Un relevante ejemplar es el gran macetero que preside la sala de las columnas del palacio ducal de los Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda. Su peculiaridad consiste, en que está hecha por encargo de don Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo y Palafox, XVIII duque de Medina Sidonia (1803-1867), en memoria de su protegido, el torero apodado El Tato (Antonio Sánchez, 1831-1895). A este diestro se le recuerda por su majestuosidad y amor propio o vergüenza torera y por su graciosa forma de ejecutar el volapié. El 7 de junio de 1869, lidiando junto a Lagartijo y a Frascuelo en la plaza de las Ventas de Madrid, un toro le hirió en la pierna derecha con tan mala suerte que se le gangrenó y no hubo más remedio que amputársela. En el macetero, provisto de las características asas rizadas trianeras, puede apreciarse la historia de su vida, los inicios de este memorable diestro como banderillero, luego como torero y rejoneador, y también su declive tras haber perdido la pierna. Por sus colores y su forma puede intuirse que esta obra es de finales del siglo XIX, fecha en que empieza a utilizarse por primera vez el color rosa. (Revista de Estudios Taurinos, N. º 30, Sevilla, 2011, págs. 57-96, EL TORO EN LA CERÁMICA. María Antonia Casanovas)

El Museo Taurino de Córdoba adquirió en 1985, por iniciativa de su directora, una curiosa vajilla de porcelana de más de cien piezas con escenas de tauromaquia dedicadas a Lagartijo. Rafael Molina Sánchez (1841-1900), que lidiaba becerros con sólo nueve años y a quien, por su elegante quehacer, también se le recuerda como uno de los Califas del Toreo. Lagartijo recibió el regalo del empresario Antonio Erraba al que brindó un toro en Barcelona, plaza de donde era torero predilecto. Por la marca estampillada del reverso –“Porcelana Casa R. Florense, Barcelona”– puede saberse que la industria de porcelana Casa Ramón Florensa e hijo, ubicada en la Gran Vía, se especializó en la producción de vajillas decoradas por encargo y decoradas con escenas taurinas.

Como una alegoría del amor y la muerte vivió Picasso el tema de los toros como una singular obsesión donde plasmaba sus miedos, sus anhelos y sus fantasías que pululaban por su vitalidad como hombre y en su inabarcable imaginación como artista. Un origen que puede encontrarse en su más temprana niñez cuando, en Málaga, de la mano de su padre, José Ruiz -vasco de nacimiento, pintor y profesor de dibujo- acudía a la Plaza de Toros de La Malagueta a disfrutar de las faenas, entre otros, de los legendarios Mazzantini y Lagartijo.( LA TAUROMAQUIA EN LA CERAMICA DE PICASSO por Parkosivana)

La cerámica de Picasso es todavía hoy la faceta menos conocida y valorada por los estudiosos, coleccionistas y museos. Los toros siempre tuvieron para Picasso un significado muy especial. He podido contemplar alguna de sus obras en museos y bodegas de Jerez.

Es Saura quien afirma que el punto culminante de la tauromaquia picassiana fue la obra pictórica realizada entre 1933-34, años que su pasión por los toros lleva a Picasso a viajar a España y recorrer las principales plazas.

Nunca dejó de asistir a las corridas, desde su Málaga natal, hasta a las últimas que acudió, ya en el exilio, en las francesas plazas de Nimes o Arlés. Picasso también se vistió de torero, como Goya. Asistió a muchas corridas de toros y muchas fueron las vivencias y anécdotas que protagonizaron.

Durante una corrida que presenciaba los dos amigos, un picador le brindo la faena al pintor malagueño, lanzándole su sombrero. Picasso se lo devolvió con un dibujo que había improvisado durante el transcurso de la misma. El picador gracias al sombrero pudo comprarse una casa.

Toros fueron también sus primeras obras cerámicas.

Se dedicó a la cerámica con ahínco, convirtiéndose en una amplia producción que le acompañó hasta su muerte: la cerámica fue universalmente aceptada y la tauromaquia tuvo la culpa.

Infinidad de obras inspiradas en los toros.