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Actualizado: 24 nov 2017 / 18:48 h.
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A los cofrades nos encanta darle al pico, aunque demasiadas veces lo hagamos para resaltar lo que consideramos fallos atribuibles a los demás. (Mea culpa). Sin embargo, para que aquello tenga algún valor, conviene reconocer igualmente las muchas cosas que vemos hacer bien. De lo contrario, la crítica es un ejercicio de triste funambulismo cuya pértiga se balancea entre los extremos de lo acre y lo insustancial. Por ejemplo, hace apenas unos días, un buen amigo me mandaba un enlace a la web de Santa Marta que me pareció ejemplar. Allí se leía: «Uno de los objetivos de la actual Junta de Gobierno es transmitir a los hermanos todos aquellos asuntos relevantes que se tratan en las diversas actuaciones de la Junta, en especial los acuerdos que se toman en los Cabildos de Sres. Oficiales que periódicamente se celebran. Aquí puede encontrar puntual información sobre dichos acuerdos». Y así era, pues con absoluta claridad se detallaban los mismos escrupulosamente, obviando solo las deliberaciones. Este sencillo ejercicio de transparencia dice mucho de quienes lo llevan a cabo. Donde no hay nada que ocultar, nada hay que temer. ¿Qué mejor para un hermano que enterarse por la fuente más fiable de lo que le atañe? A la inversa, el secretismo entraña recelo, el recelo causa suspicacia y esta engendra, finalmente, animadversión. Tal vez por esto, mientras unas hermandades son como una balsa de aceite, en otras solo hay maremotos y borrascas.