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Actualizado: 29 abr 2017 / 21:22 h.
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Asistimos al 40 Aniversario de CCOO de Andalucía con la satisfacción de contar nuestra comunidad con una realidad potente: un sindicalismo plenamente vigente y actualizado que ha sido capaz de superar las peores adversidades que han amenazado su propia existencia y dispuesto a afrontar los nuevos retos que se le presentan en este ámbito de lo tecnológico y lo digital así como ante el nuevo marco de relaciones laborales que ahora se impone. Y, tal vez, lo principal, sin que su capital de credibilidad acumulado a lo largo de tantos años de lucha se haya visto resquebrajado a pesar los últimos percances vividos en los que se ha querido meter a las grandes organizaciones sindicales en el mismo paquete de la corrupción política y la decadencia social que han devorado a partidos y dirigentes de diferentes formaciones.

El testimonio de un histórico como Eduardo Saborido bien ha podido servir para dar cuenta en este señalado cumpleaños del legado de sacrificio y compromiso del que pueden presumir en CCOO de Andalucía. Al respecto, es sumamente recomendable una visita a su archivo histórico ubicado en Sevilla Este para conocer al detalle lo que fueron sus más que complicados inicios en la clandestinidad y para tener, en definitiva, una más amplia perspectiva de su contribución a la llegada de la Democracia a nuestro país y del establecimiento de un estado de libertades y en favor de los derechos de los trabajadores. Valores que siguen presentes por mucho que quieran restar ahora importancia a lo que ha supuesto, junto a la UGT, para la defensa de los intereses de la clase trabajadora. Precisamente, en el momento en el que se nos indica que estamos saliendo de la peor y más profunda crisis económica, conviene no olvidar la contribución que han prestado dichas entidades para que no descarrilara el sistema a pesar de los notables riesgos que se han soportado. Eso sólo ha sido posible gracias al ejercicio de sensatez y responsabilidad que han demostrado unos sindicatos que, por lo general, han gozado de un buen gobierno interno que los ha hecho grandes. Ni siquiera la crudeza de la adversidad que hemos vivido ,con miles de empleos perdidos, ha hecho que el sindicalismo que representan CCOO y UGT pierda su función como instrumento privilegiado para la interlocución social y el acuerdo.

Con ese objetivo, ser útil a los suyos, y a la sociedad en la que se inserta, hemos visto a CCOO reclamando su sitio allí donde se tomaban las decisiones importantes, articulando una Concertación Social que se convirtió en una forma de hacer gobierno. Nada en política económica se podía hacer en esta tierra sin contar con ellos. Un procedimiento tan denostando en esta etapa y al que se tendrá que volver, con otras formas y controles sí, pero sin despreciar la negociación colectiva y el consenso en las decisiones estratégicas para garantizarnos con ello un mejor porvenir para todos. Los casos de corrupción que se han conocido, y que, también, han salpicado a dicho sindicato, no han sido suficientes para cuestionar su propia existencia como algunos pretendían. Ni siquiera ha llegado a la categoría de un mal endémico de toda la organización mientras que algunos sus dirigentes han tenido que apechugar la cruz de una imputación judicial que se lo ha llevado, literalmente, a la otra vida sin ver resarcido debidamente su honor.

Llegados a este punto, el sindicato se apresta a iniciar una nueva etapa tras la conclusión del mandato de Francisco Carbonero que deja un balance exitoso en cuanto a número de delegados sindicales y vitalidad de la propia organización. Su buen criterio y valoración siempre han estado ahí presentes a modo de aviso contra los desvíos y desatenciones. Sus denuncias y advertencias, su testimonio, en fin, han permanecido siempre presentes en favor de los más débiles siendo fiel así a unas Comisiones Obreras de Andalucía que si no existieran habría que inventarlas tal es el grado de necesidad que tenemos de contar con entidades fuertes y representativas en todos los estamentos de nuestra sociedad. ~