De nuevo la FUNDACIÓN VALENTÍN DE MADARIAGA vuelve a sorprendernos después de la interrupción obligatoria por el confinamiento y de nuevo se convierte por unos días –hasta el 31 de julio, a las 20 horas- en un fabuloso MUSEO DE LA FOTOGRAFÍA, que ya quisieran tener muchos coleccionistas. Museo que lamentablemente no tiene Sevilla y que desaparecerá el día de su clausura habiendo de esperar hasta que una nueva edición se realice.
Sin duda desde que se existen los teléfonos y dispositivos móviles, el mundo de la fotografía no es algo alejado de (casi) nadie, sino que con mayor o peor acierto todos, de algún modo nos hemos convertido en fotógrafos aficionados. Sin desmerecer las imágenes que se captan de esta manera ni la labor de quienes las hacen, hay un abismo con respecto a los profesionales que en cuerpo (y alma) se dedican a este oficio, sin duda extraordinario porque entre otras cosas supone una visión del otro, de lo otro que existe detrás de la cámara, y de el autor mismo. En segundo lugar, porque si alguna vez hacemos algo excepcional, es eso precisamente, una excepción. Genios no nacen como las setas ni ese encuentro feliz se produce de continuo entre el autor y lo que este fotografía. Para que ocurra esto que se parece bastante a un milagro, porque lo es cuando se tiene la fortuna de que una serie de factores coincidan y se tenga la agilidad suficiente para apretar el botón, hacen falta muchas cosas.
Primero de todo educar la vista, cuestión que se consigue a base de años y años aprendiendo a mirar, mirando, imaginando las cosas a través del cristal del objetivo, el formato de todo lo que se tiene por delante, educando la mirada. Esto significa antes que nada, que la fotografía no es el arte de la improvisación, sino justo todo lo contrario.
En 2º tener una cierta salud ocular, una cierta capacidad visual que permita que nuestra visión sea lo suficientemente nítida para fijar o encuadrar lo que queremos.
En 3º Conocer si quiera sea para empezar a hablar, los rudimentos técnicos que van a definir nuestras creaciones. Estos se fundamentan en conocer las características y el potencial de las cámaras que usamos y en un sinfín de cuestiones que afectan a la iluminación, la puesta en escena, la distancia (altura, perspectiva, horizontalidad, verticalidad, oblicuidad,...), la proporción entre los elementos que van a definirla, los estudios sobre el color (afinidades y contrastes), la simetría (o asimetría si es lo que se pretende), y así un largo etc. que se desarrolla a lo largo de experimentación, fracasos y hallazgos hasta llegar a dominar este arte tan embustero, porque parece fácil, cuando no lo es; porque parece real cuando es una representación simbólica.
La exposición que se puede ver ahora en el antiguo Pabellón de U.S.A. en la E.I.A. y sede de la FVM, se inauguró el 20 de febrero pasado pero hubo que cerrarla a causa del virus, para reabrirla de nuevo el pasado 25 de este mes. Desde entonces 36 fotógrafos y 2 colectivos -lo que supone la participación de más de 50 autores- llenan las paredes casi de suelo a techo o se distribuyen por cualquier recodo. Hay que tener en cuenta que algunas obras son en realidad polípticos o imágenes fragmentadas que forman un discurso, o lo interrumpen, dentro de una serie que por otra parte puede ser afín o no con el conjunto.
Ha sido comisariada por el fotógrafo, profesor de fotografía, de Historia de la Fotografía, gestor cultural y divulgador de este arte+ciencia+tecnología que es EDUARDO D´ACOSTA a quien me agradará resaltar no sólo como un maestro en lo que significa su magisterio directo e indirecto que por supuesto ejerce, sino por una cosa tan rara en estos días como es la discreción. Apenas puede leerse su nombre cuando los que se resaltan son los de los participantes, no se incluye ninguna de sus fotos en la exposición, ni firma el texto de Presentación –que ha realizado por otra parte ELENA PEDROSA- y ni siquiera ha hecho el cartel, ... cuando lo normal ahora es que los artistas hagan todo esto: cartel, comisariado, participen con obras, escriban el texto y se resalte su nombre con luminosos, si es que no van previamente con ellos puestos.
EDUARDO D´ACOSTA no necesita nada de eso, porque cualquiera que le conozca –a él, sus clases o sus obras- sabe que es y será uno de los grandes nombres de la fotografía española por muchísimas cosas: porque ama apasionadamente el mundo de la foto, por las extraordinarias que hace, por todo lo que transmite de entusiasmo como un predicador del credo fotográfico, una misión contagiosa que cumplir, y por alejarse precisamente de los focos y los foros, curiosamente él que tanto los conoce.
Para esta selección, se ha contado con las 14 ESCUELAS DE ARTE de ANDALUCÍA que contemplan el grado de Fotografía en sus planes de Estudios y entre las que se encuentra la de Sevilla, una de las más prestigiosas no sólo del país sino del panorama internacional.
Creadas en el año 1900 como ESCUELA DE ARTES, OFICIOS, BELLAS ARTES E INDUSTRIAS, orientadas a un tipo de Enseñanza volcada hacia las materias afines y como alternativa a lo que se impartía en las Reales Academias de Bellas Artes, a lo largo de 120 años de existencia han ido especializándose y acogiendo a todos los que sienten atracción (o se sienten atraídos) en este caso por la fotografía, en lo que supone una continuación de aquellas en origen y que a partir de 1990 pasan a llamarse simplemente como ESCUELAS DE ARTE, nombre con el que se les conoce ahora. Escuela pública, por la que han pasado a lo largo de la historiografía artística y docente, un sinfín de magníficos autores antes y después de que se crearan otras escuelas, como la Superior (o Facultad) de Bellas Artes en 1940.
El ciclo formativo son dos años, y hacia allá se dirigen todos los que comparten ese algo que supera la afición y la emoción en todo lo que supone conocer el medio en todos sus aspectos técnicos, artísticos, ese más allá que supone hacer una buena foto.
Como se apreciará a lo largo del recorrido, amplísimos son los temas, la manera de tratarlos, los estilos, las técnicas de realizar las fotografías, las maneras de procesarlas y editarlas,...y la manera de exhibirla, que ese también es otro arte.
Lo que la fotografía siempre nos va a proponer, es que nos detengamos a analizar lo que está representando. Sin duda es una de las ramas de la filosofía porque forma parte del pensamiento en tanto que nos invita a pensar tanto a los autores, como a los que las contemplan, siendo a la vez un arte del tiempo, el que se necesita para captar las imágenes y para apreciarlas en los detalles, texturas, lecturas,...en todos sus significados.
El Universo foto es amplísimo, permitiendo la especialización y la libertad de ir cambiando de un género a otro, de un asunto a otro –como se ve en la muestra- y porque como en todo no hay diferencia entre artes mayores o menores, sino entre buenos, regulares, malos o pésimos artistas aunque ahora sea tendencia precisamente exponer lo que se tira a la papelera de reciclaje. Todo lo opuesto a lo que puede verse aquí, donde profesores, alumnos y la labor continua que está moviendo siempre EDUARDO D´ACOSTA y la FVM, hace evidente que por más que se hagan millones de fotografías a cada momento en todo el mundo, siempre habrán unas cuantas que alcancen la categoría de Arte. Esto es lo que sabe ver EDUARDO y con él, todos los que nos hemos acercado a la foto gracias a él.