Continuando con los artistas que dejamos ayer y en el mismo orden alfabético de sus nombres, el 9 es:
ANTONIO SOBRINO. Su escultura en metal, hecha con cables y listones de hierro fusionados -en la cabeza, cuello, una pierna y el pie que deja al aire- y con cartones cortados y pegados en tiras, va formando las diferentes partes del cuerpo (torso, espalda, brazos, manos), forrando un esqueleto que se intuye y creando una metafísica que da que pensar sobre la fragilidad humana. Su título es “Frágil”, y esta es la sensación que desprende esta obra algo menor que el natural, apoyada sólo en un pie sobre una pequeña plataforma de madera, que por si no tuviéramos claro su sentido, tiene pegado su título a la altura del pecho en un papel rojo que la define. Una de las obras que con independencia de la Bauhaus o siguiendo su “modulor”, induce a la reflexión sobre el ser que habitamos/somos, o nos habita.
10. ANTONIO SUÁREZ quien dispone colgadas en la pared y en distribución asimétrica, una serie de 7 cajas que parecen cuadros, y que incluyen dibujos por detrás de los cristales y en los fondos que las cierran, así como incorpora papeles opacos de resina tridimensionales. Todo esto produce sensaciones ópticas entre las formas, el movimiento y la percepción. Cubos, pirámides, poliedros, paralelepípedos, cuerpos geométricos completos o truncados y elementos lineales, que prestan ritmo y equilibrio a sus “Corpus Vorkurs” dibujados a grafito y utilizado resina.
11. ARTURO COMAS, con su fotografía “hiperrealista” en cuanto a la definición/resolución del revelado, las diferentes tonalidades de la plata (cristal y azogue en la lámpara giratoria original) en las que incide la luz: desde las reflectantes a las opacas plasmadas en las gamas de grises y negros, y en general en todo lo que constituye su representación de la bola de luces especulares y en las que asemejan anélidos o dedos que sobresalen de ella en todas las direcciones. Pero tiene algo también de surrealismo, de ese “Proyecto Impermanencia” que compone a base de fragmentos, o descompone esa tridimensionalidad sobre el fondo negro intenso del que emerge.
12. BEATRIZ CASTELA, presenta una serie de obras (8 si contamos los elementos por separado, 3 si lo hacemos conjuntos como lo hace ella), en la que ha mezclado instalaciones, obra gráfica y escultura, o bien los tres elementos son los que verdaderamente constituyen la instalación, aunque bien pudieran actuar por separado. Dos vidrios: uno lacado en tono melado y otro en negro de humo, combinan un exágono y un círculo, dispuestos sobre hendiduras en madera de roble, son tan planos, que casi se dirían bidimensionales. El círculo se repetirá en estampaciones digitales que son obras únicas –monotipos- sobre papel “fabriano” que le prestan calidades no exactamente textiles, pero sí se asemejan a la suavidad de aquellos.
13. CIARA RODGES: Sus seis fotografías hechas con cámara polaroid de edificios o partes destacadas de ellos, detalles de sus elementos geométricos fundamentales y revelados en sepia, asemejan construcciones antiguas que bien pueden ser fotos de fotos que de alguna manera se relacionaran con la Bauhaus, o con algunas de las formas puras que tanto agradaban a este movimiento, mejor que estilo. Las fotos unidas en un mismo marco común a todas ellas y en formato apaisado, son ecos de un mundo perdido que se resiste a desaparecer: fábricas, bidones, chimeneas, muestras de una industria antigua y deshabitada.
14. DANIEL FRANCA, opta aquí por un fotograbado en cobre sobre un papel (“Michael”), de alto gramaje, y en consecuencia se restringe a la bicromía (en lugar de sus luminosas obras y paisajes que le conocemos), para destacar la parte central de lo que aparenta un bloque de viviendas u oficinas, sin que se pueda precisar el lugar ni la fecha, porque lo que le ha interesado es manipular la intensidad de diferentes zonas, destacando la verticalidad y la horizontalidad de los vanos cuadriculares que capta en la foto de la que parte y en la aplicación gráfica con que la trata. Está hecha este mismo año, pero se asemeja al pictorialismo del XIX.
15. ENRIQUE QUEVEDO: sus finísimas líneas “dibujadas sobre papel” según se lee bajo su título “Reservoir 1”, es un estudio sobre la percepción que ahora, acostumbrados a la digitalización, resulta admirable. Líneas que se cruzan, convergen, divergen, se expanden, concentran, delimitan imaginariamente círculos, triángulos, cuadrículas, que pueden partirse por la mitad además o multiplicarse en una secuencia –o serificación- infinita. Muchos cuadros en un cuadro que él ha construido y nosotros completamos. Una especie de acordeón a lápiz, una partitura, en cualquier caso secuencias, música minimalista o maximalista, según se mire.
16. ERIK ALCÁNTARA: Los 16 cuadros unidos que forman su lienzo (52 x 52 cm. cada uno), sólo pueden dar cabida –o resultar- uno nuevo que los completa voluntaria o aleatoriamente a todos en su resolución final, y con todos, hacer otro que sea de grandes dimensiones. En ellos hay figuración y abstracción casi a partes iguales, pero mezcladas para que la lectura haya que com-prenderla: ojos, manchas, colores claros, oscuros y dorados, asimetría, collages matéricos incorporados, trazos detenidos y rápidos, para representar el retrato de “Walter” en papel “Fabriano” sobre tableros impresos. Composición o (des)composición, según se quiera.
17. GONZALO FUENTES: representa en sus dos obras de diferente formato, un serie de perspectivas o vistas axiales que pueden partir de un eje vertical u oblicuo, de manera que delimita retículas hechas con líneas puras y colores planos, o bien pueden ser perspectivas caballeras, observadas desde abajo y entonces esas líneas revisten las formas de un mecano, unas estructuras que se relacionan mejor con la ingeniería -la geometría de los puentes o el esqueleto interior de un edificio-, en cualquier caso Inserciones, cortes, confrontamientos lineales que distorsionan o alteran la composición sin perder por ello su equilibrio.