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Actualizado: 25 ene 2021 / 12:47 h.
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  • Vacunas y corrupción. Esto es España

Ya me he vacunado... de la gripe. Y solo de la gripe porque la vacuna contra la Covid-19 no me toca. De momento. Tengo que esperar a que llegue mi turno. Ya saben que primero se vacuna a los ancianos que viven en las residencias, a los sanitarios que se juegan la vida cada día para salvar a los demás, etc. Ahora no le toca ni a los alcaldes de los pueblos, ni a los militares de alta graduación, ni a los consejeros de Sanidad ni a nadie que no forme parte de los grupos de mayor riesgos. Ni a mí. No me toca.

Es posible que se pueda discutir si el presidente del Gobierno o el Jefe del Estado Mayor del Ejército deberían ser vacunados. No convendría quedarse sin los que están pilotando. Pero la norma dice lo que dice y es necesario que se siga a rajatabla. Que exista corrupción en la campaña de vacunación más importante de la historia de la Humanidad es lo que nos faltaba.

Todos estamos cansados, fatigados después de casi un año de pandemia. Es raro no conocer a alguien que murió o a alguien que ha perdido a un ser querido. No son pocos los que están pasando un mal rato por no tener trabajo, por ver cómo su negocio se viene abajo, por no tener recursos para mantener a la familia. Estamos saturados con una sobreinformación imposible de digerir que no nos hace más libres ni nos proporciona un criterio sólido porque somos incapaces de ordenar esa enorme cantidad de noticias. Estamos irritados porque las cosas no parecen ir todo lo bien que debieran. Y un puñado de espabilados se vacunan sin ser su turno mientras millones de personas esperan con inquietud (muchos con un miedo atroz al coronavirus) que llegue el momento en el que se les suministre la vacuna.

No puede ser que algunos políticos y algunos cargos públicos se salten a la torera lo que dice la norma. Y no puede ser porque eso provoca desazón entre los ciudadanos, no puede ser porque despiertan los peores instintos de las personas y porque el problema se puede convertir en un conflicto.

No hay día que no conozcamos que en no sé qué sitio un político de tercera fila se ha vacunado para no tirar las vacunas que sobraban (en lugar de llamar a los ancianos del pueblo se la ponen ellos para hacer un favor a los españoles), no hay día que no nos cuenten la milonga de ‘yo me he vacunado porque me lo han pedido encarecidamente’, no hay día que no tengamos que recordar que la corrupción forma parte del ADN de la clase política de este país.

Y, por si fuera poco, las farmacéuticas dicen que ellas están cumpliendo aunque envían menos de lo esperado (ya saben que con la jeringuilla adecuada se le gana una dosis a cada seis viales); dicen que si el Gobierno no ha comprado el material necesario no es su problema.

Un dato: la empresa española que fabrica esa jeringuilla se está forrando con la venta del material a países terceros. Exporta el 75 por ciento de su producción. El 25 por ciento restante lo está comprando el Ministerio de Sanidad español al que esta empresa ofreció sus servicios hace unos meses. ¿Usted entiende algo? Ni yo. Ni yo, de verdad.