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Actualizado: 19 jun 2017 / 23:43 h.
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  • Redes insultantes

Si las redes sociales son una especie de escaparate de lo que es la realidad, es un hecho que el mal gusto, la falta de educación y la pérdida de dignidad humana, inunda cualquiera de las plataformas de internet más utilizadas.

Como es natural, las posturas ante un mismo hecho pueden ser diversas y es saludable que lo sean. En el caso de las corridas de toros, lógicamente, los aficionados justifican su pervivencia utilizando una serie de argumentos con los que se puede estar de acuerdo o no; por su parte, los animalistas muestran un claro rechazo utilizando su propia batería de razones. Lo que no es de recibo es que tras la trágica muerte del matador Iván Fandiño en la plaza de toros francesa de Aire Sur L’Adour, los comentarios en las distintas redes sociales sean insultantes, celebren la muerte de un ser humano o sean una mofa de una tragedia vinculada a la muerte de un ser humano.

No se trata aquí de defender las corridas de toros o su eliminación, porque de lo que se trata es de defender la dignidad humana. Cualquiera que no muestre una mínima sensibilidad ante la muerte violenta de una persona, pierde toda razón y su comentario pasa a ser irrelevante en cuanto a la defensa de los animales y tóxico respecto a la convivencia de todos. Nadie puede alegrarse de la muerte de otro y si es así queda retratado ante la gente de bien.

Del mismo modo, las reacciones ante semejante demostración de mal gusto, mala educación y falta de humanidad, no puede responderse de forma violenta. Los vídeos en los que se pueden ver agresiones a hombres y mujeres que luchan de forma pacífica por la desaparición de las corridas de toros, deberían causar sonrojo a los que disfrutan con ellos y, naturalmente, a los que los protagonizan.

En pleno siglo XXI, las protestas y las defensas de una idea, de una forma de tradición, de cualquier parcela de la realidad, deben canalizarse a través del diálogo y jamás por la vía de la violencia, la mofa, la discriminación o el insulto.

Cualquier persona con un mínimo de humanidad habrá sentido la muerte de Iván Fandiño. Y el que no haya recibido la noticia con pesar debe plantearse que su actitud está alejada de la de cualquier persona digna que busca que esa cualidad quede intacta en los demás.