{Desde el primer sevillano que se asentó en la cornisa del Aljarafe, en un tiempo –la Edad del Bronce– en el que Sevilla era más provincia costera que de interior; y aquel tesoro, acuñado por los tartessos, que es símbolo de Camas y, por ende, de su entorno hasta aquella vasta extensión que, desde Itálica a Urso pasando por Ilipa Magna, Astigis, Orippo..., dibujaba aquel Imperio romano de Trajano y Adriano. La Sevilla de la antigüedad reposa desde tiempos inmemorables, pero se descubre día a día, como muestran los últimos hallazgos localizados este año en Écija, con un mosaico del siglo II sobre los amoríos del dios Zeus; en Marchena, que ha desenterrado su posible origen romano en los yacimientos del Lavadero; o en Valencina, donde las obras del carril bici afloraron tres nuevos túmulos de la Edad del Bronce.
Pero estas joyas de la antigüedad no sólo están para su conservación e investigación. El pasado, y así lo entienden desde la sociedad Promoción del Desarrollo Económico y Turístico de la Provincia de Sevilla (Prodetur), también tiene su tirón en visitantes. Un turismo que no es patrimonio exclusivo del arqueólogo, sino que está abierto a las familias y a neófitos en historia. Un pasado que, a la vista está –en Europa hay ejemplos clarividentes como Atenas– cautiva.
De ahí nace La Antigüedad por la provincia, un proyecto que todavía está en fase inicial de elaboración pero que pretende sacar más partido aún al «prolífico» territorio sevillano, que es «un solar de diversas culturas», según el gerente de Prodetur, Amador Sánchez. Y se habla de sacar más a la vista de que el turismo vinculado a los restos arqueológicos sí funciona en la provincia. El último balance anual publicado en la Red de Espacios Culturales de Andalucía deja patente este éxito: el conjunto de Itálica, joya de la corona en la provincia, recibió 138.371 visitas en 2014. Pero no es el único: la necrópolis de Carmona recibió 33.654; los dólmenes de La Pastora y Matarrubilla, 12.115 personas; y el enclave de Munigua, en Villanueva del Río y Minas, 6.318.
Sin embargo, la oferta no está interconectada. Y de esa carencia nace este proyecto, que no aspira a ser una ruta, pero sí un mapa o paseo por la esencia más ancestral de la provincia. Un paseo que va por los dólmenes, el mundo ibérico, el enigma de los tartessos, el paso de los fenicios o la Bética Romana. Todo ello integrando todos los yacimientos sevillanos.
La lista de puntos en el mapa parece interminable. Así, se recoge desde la cultura metalúrgica de tartessos en Camas y los dólmenes megalíticos de Valencina y Castilleja de Guzmán hasta el legado fenicio en Fuentes de Andalucía o los ajuares y tumbas de la necrópolis de Carmona o de Setefilla, en Lora del Río. También recoge la Sevilla Romana, no solo con Santiponce, sino con Villanueva del Río y Minas, Alcalá del Río, Écija, Osuna y Gilena. Los baños árabes de Palomares, los conjuntos termales íberos de Mairena del Alcor y Herrera; El Gandul de Alcalá de Guadaíra, la cerámica campaniforme de Villaverde del Río, los ídolos calcolíticos de Morón y Estepa... figuran en un trabajo que se extiende hasta la herencia islámica, con la torre Mocha o de Don Fadrique en Albaida del Aljarafe y otros legados de Castilleja de la Cuesta o Bollullos de la Mitación.
Además, esta oferta turística, que estará «enfocada a la familia», irá in crescendo. De hecho, se contempla los descubrimientos de Marchena o Écija. Y hasta se planifican ofertas específicas, como hacer uso del lagar turdetano hallado en las obras del Metro en San Juan como escenario para difundir la historia vinícola de la provincia.