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Actualizado: 22 dic 2016 / 07:00 h.
  • El pueblo que quiso ser una ciudad
    Rotonda de acceso a Dos Hermanas con el monumento dedicado a las fundadoras del municipio. / Jesús Barrera
  • El pueblo que quiso ser una ciudad
    El Ayuntamiento de Dos Hermanas, en 1999, poco antes de superar los 100.000 habitantes. /El Correo

En rincón de Sevilla, a tan solo 12 kilómetros de la capital hispalense, no ha mucho que existía un pueblo, limitado por el río Guadalquivir por el Norte y el Sur y cuyo sustento era una agricultura basada en la aceituna y la naranja, que quiso ser una ciudad. Y lo logró en menos de un siglo a base de una gran transformación, en materia de industria y de vivienda principalmente, ganándose por méritos propios un hueco en el top 50 de los municipios más poblados de España –y eso que estos son nada menos que 8.126–.

Porque Dos Hermanas, que según los datos oficiales de población recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) contaba en 2015 con 131.317 habitantes censados, es una más entre las grandes urbes españolas ya que, a pesar de que este título se logra al sobrepasar los 75.000 habitantes, fue a principios del nuevo milenio –en concreto, en 2001– cuando rebasó la cifra de los 100.000, un dato que no ha dejado de crecer como la espuma año tras año, sin parar ni siquiera en los peores momentos de la crisis, en los que ganó igualmente habitantes aunque de una manera más pausada. En este sentido, su incremento relativo de población entre 2005 y 2015 ha sido del 17 por ciento.

Pero esta singular localidad no siempre ha sido la segunda más grande de la provincia. No hay que echar la vista muy atrás para comprobar cómo Utrera y Alcalá de Guadaíra la estuvieron mirando por encima del hombro hasta la década de los 60, cuando los planes de desarrollo permitieron que Dos Hermanas, que a principios del siglo XX ni siquiera llegaba a los 10.000 vecinos –9.887 contabilizados en 1910– experimentara una progresión espectacular que le ha llevado a ser lo que hoy es. De hecho, ahora el municipio alcalareño es el tercero en población de la provincia de Sevilla, con 74.404 habitantes, lo que supone una diferencia de casi 57.000 personas con respecto a la ciudad nazarena que, por el momento, parece muy difícil de salvar. En cuanto a Utrera, que incluso fue bastante superior a Dos Hermanas y Alcalá en población hasta mediados del siglo pasado –con diferencias de hasta 10.000 habitantes sobre ellas–, cuenta en la actualidad con tan solo 52.558 censados. Y eso que, en palabras del alcalde nazareno, Francisco Toscano (PSOE), su pueblo era «el patito feo» de los tres, «porque nosotros no teníamos historia en comparación con los demás».

No obstante, no todo en esta vida es el pasado y, a la vista está, más allá de los vestigios que se reparten por la localidad, como la Torre de los Herberos, el Palacio de Alpériz, la Hacienda de Ibarburu o la parroquia de Santa María Magdalena, la historia más reciente ha sido la que la ha convertido en gran ciudad. Y es que, en apenas medio siglo, Dos Hermanas ha triplicado su población, pasando de 39.677 habitantes en 1970 a los más de 130.000 que hoy forman parte del padrón, llegando de esta forma a codearse en números con capitales de provincia como Tarragona y León, ambas justo por debajo en el ranking de ciudades en función de su población, o Cádiz y Ourense, estas algo más lejos en la mencionada lista.

Se da la circunstancia de que todas estas ciudades perdieron habitantes entre 2014 y 2015, una merma que Dos Hermanas no experimentó ni en ese periodo ni en ninguno anterior, ya sea en el siglo XX o en el siglo XXI, a tenor de los datos recogidos por el INE.

MOTIVOS

Parte de culpa de estas positivas cifras la tiene, sin duda, el parque residencial nazareno que, unido a su cercanía con Sevilla, a tiro de piedra gracias al Metro –10 paradas hay de distancia hasta el centro capitalino– o el Cercanías, son los principales reclamos para atraer nuevos vecinos, sobre todo, a jóvenes que buscan su primera residencia donde asentarse y poder formar una familia, al calor de la gran cantidad de centros escolares que se han construido y que, en función de los datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía correspondientes a 2013, ascienden a 163 –81 de Educación Infantil, 42 de Primaria, 27 de Secundaria y 13 de Bachillerato–. No en vano, el 24,85 por ciento de su población en el año 2015 era menor de 20 años, mientras que solo el 11,57 por ciento tenía más de 65 años.

Así, la localidad posee un total de 50.728 viviendas, de las cuales 18.292 son de tipo unifamiliar –lo que supone el 36,06 por ciento del total–. Son cifras del Catastro interpretadas en el blog del arquitecto y urbanista Eduardo Blanco Oliva, que señala que el 7 por ciento –3.556– de esas viviendas construidas corresponde a los años 60; el 19,4 por ciento –9.865– se edificó durante los años 70; el 17,4 por ciento –8.827– fue levantado en los 80; el 21,9 por ciento –11.132– pertenece a los 90; y el grueso, en concreto, el 28,4 por ciento –14.413–, fue construido en la «década prodigiosa» entre el 2000 y el 2009. Y aún hoy se sigue construyendo, aunque con menos ímpetu que en la época de la burbuja inmobiliaria, en la zona de Entrenúcleos –entre el núcleo urbano y Montequinto–, donde hace tan solo seis meses, Insur y Anida (BBVA) comenzaron a desarrollar dos promociones que contemplan 170 nuevas viviendas.

Claro que este notable crecimiento en viviendas o habitantes no lleva aparejado un buen resultado en otros ámbitos de suma importancia para el completo desarrollo de una gran ciudad. Es el caso del paro, que en noviembre se situó en el 26,69 por ciento con 16.792 nazarenos desempleados, o el índice de pobreza, que coloca a Dos Hermanas en la última posición del top ten de los municipios de más de 50.000 habitantes con mayor tasa de población en riesgo de pobreza, con un 36,1 por ciento de población al borde de la exclusión social, según un estudio realizado recientemente por la consultora AIS Group basado en la información del INE.

Unos datos que, a diferencia de los poblacionales, deben cambiar el rumbo para hacer de esta gran ciudad un lugar aún más acogedor para propios y extraños.