La imagen de San Miguel Arcángel de la capilla de San Sebastián, en Los Palacios y Villafranca, es, casi con toda seguridad, la talla religiosa más valiosa de todo el municipio. Pero el hecho de no haber sido nunca titular de ninguna hermandad, y de haber llegado al pueblo tardíamente, en 1909, en los tiempos del párroco Andrés Bellido, que permitió trasladarla desde la Parroquia de Santa María la Blanca a la capilla actual -en aquella época en los confines de la localidad, allá en el barrio del Furraque, donde los más viejos lo recuerdan desde siempre en un altar lateral-, no ha contribuido precisamente a su focalización principal. En todo caso, la populosa cofradía del Cristo de la Vera Cruz, María Santísima de los Remedios y Nuestro Padre Jesús Cautivo, que tiene su sede en la capilla, ha tenido duramente el último siglo suficientes estímulos cofrades como para fijarse en aquel arcángel oscurecido que oprimía con una lanza el hombro maltrecho de un demonio entre llamas. Sin embargo, la realidad histórica es que el arcángel San Miguel es una portentosa imagen que data del último tercio del siglo XVII, facturado en el círculo de Pedro Roldán o de sus hijos y que llegó a Los Palacios y Villafranca procedente de la propia Catedral de Sevilla, según explicaron ayer el historiador del Arte Alejandro Román y el restaurador de la imagen, el también sevillano Darío Ojeda, en un acto preparado con mimo por la Hermandad palaciega para presentar el resultado de un intenso trabajo que comenzó antes del pasado verano y que ha terminado con la puesta en limpio de esta joya en la que también ha participado el Ayuntamiento, como recordó el concejal de Cultura, Manuel Carvajal, financiando el 50% del costo.
Que el San Miguel Arcángel era más valioso de lo que generalmente se había pensado lo había subrayado ya, hace años, el historiador local Julio Mayo, a la sazón archivero municipal. Pero no ha sido hasta esta última época, en el doble mandato de Juan Gavira, cuando su junta de gobierno se propuso tan seriamente recuperar el patrimonio artístico que forma parte de la capilla. En este sentido, a principios de este mismo año se presentaron, también restaurados por Darío Ojeda, tres cuadros de grandes dimensiones y datados en el XIX de San Francisco, San Cristóbal y Santa Catalina de Alejandría. De este último, de 1846, el restaurador descubrió que era obra de Rafael García Martínez, más conocido como Hispaleto. “A veces se encuentran agujas en el pajar”, dijo anoche Ojeda, haciendo referencia a su intento de descubrir también la autoría del San Miguel ahora restaurado, pero en esta ocasión no ha podido llegarse a tal nivel de precisión. “La investigación sigue abierta”, concluyó, después de invitar a “los historiadores locales” a continuar indagando en un misterio sobre el que él aportó que un tal Don Antonio Pichardo donó un San Miguel Arcángel allá por el año 1699, de características muy similares al palaciego, aunque no se sabe con certeza si era este el mismo arcángel de la capilla de la Catedral hispalense con ese nombre antes de que se llamara de San José, o el mismo San Miguel que acabó en Los Palacios procedente del almacén catedralicio...