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Actualizado: 21 nov 2016 / 23:02 h.
  • Joyas rurales en una provincia aún por descubrir
    Interior del majestuoso Convento de Santa Clara de Carmona. / El Correo
  • Joyas rurales en una provincia aún por descubrir
  • Joyas rurales en una provincia aún por descubrir

En Écija, la frontera imaginaria entre la Córdoba del Califato o la Dinastía Omeya y el fértil Valle del Guadalquivir, se yerguen torres y leyendas que perduran eternamente en los libros de historia. El Barroco es uno de los estilos cuya huella aparece vigorosa en las céntricas calles de la Ciudad del Sol. Una de las joyas del catálogo de arquitectura religiosa es la Iglesia de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, heredera del antiguo Convento de los Descalzos. Un púlpito de talla chinesca, un dulce e impactante Crucificado con la advocación de la Misericordia o un altar mayor que responde fielmente a los cánones del Barroco son algunos de los tesoros de la sede canónica de la hermandad de la Sagrada Mortaja, una corporación que procesiona cada Viernes Santo para escenificar una catequesis plástica en los adoquines de la antigua Astigi.

En Écija, una ciudad en la que el Palacio de Peñaflor es un elemento de arquitectura civil fiel al estilo del Barroco, el turista de mochila y mapa podrá detener el reloj de arena en la Iglesia de Santo Domingo o el Palacio de Palma, una casa-museo que conserva el mobiliario de la época en la que fue construida. Otro de los modelos que inoculó su impronta en la villa fue el gótico-mudéjar, cuya representación más relevante es la Iglesia de Santiago, que hunde sus raíces en la centuria del XV y con uno de los mejores retablos de Andalucía Occidental. Los relieves y esculturas de Jorge Fernández Alemán y las pinturas sobre tabla firmadas por Alejo Fernández Alemán se superponen en una combinación que genera una sensación de armonía en aquel que se detiene ante la imagen titular de Santiago que implora a los visitantes que caminan por la nave central.

A apenas 35 kilómetros de Écija surgen las sinuosas y elegantes callejas de Osuna, una joya encalada en plena Sierra Sur. Una de las arterias más ricas del catálogo monumental ursaonense es la calle San Pedro, en uno de cuyos dinteles aparece la imponente fachada barroca del Palacio del Marqués de la Gomera. Uno de los elementos distintivos del Barroco en Osuna es la Iglesia de San Agustín, que custodia un retablo de Jerónimo Balbás de 1709 y un Crucificado, el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, que procedía del desaparecido Convento de San Francisco. El otro estilo preeminente en Osuna es el mudéjar, cuyo símbolo más significativo es la Iglesia de Santo Domingo. El gótico apenas aparece en los edificios de carácter piadoso de la ciudad. Los únicos detalles que permanecen en el glosario de bienes de la época del gótico son las bóvedas de crucería en las naves laterales y las capillas del Sagrario y la Inmaculada de la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción.

A unas leguas de Osuna surcan la tierra y el olivar las lindes de Estepa, una tierra no sólo famosa por el universal y navideño dulce del mantecado. La Iglesia de Santa María, edificada sobre una antigua mezquita, de inspiración mudéjar y de traza gótica por su ejecución en el XVI, es una de las joyas ocultas de una ciudad en la que las cofradías han sido vínculos sociales con los edificios religiosos. Con permiso de la Torre de la Victoria, uno de los miradores más auténticos de la provincia y Bien de Interés Cultural (BIC), los templos de Nuestra Señora del Carmen y de Nuestra Señora de los Remedios son vivos y brillantes ejemplos del Barroco de la Sierra Sur, una zona en la que la impronta de Antequera fue constante durante siglos.

En otro de los puntos recónditos de la provincia, entre bosques frondosos y chacinas de monte, serpentean las casas de piedra de la Sierra Norte, en cuyo corazón aparece la Parroquia de Nuestra Señora de Consolación de Cazalla de la Sierra. El templo es, sin duda alguna, uno de los mejores ejemplos de la continua fusión de estilos. A golpe de prismático emula la imagen regia de un castillo-fortaleza medieval, aunque en su interior surgen miles de detalles imperceptibles para la celeridad. Su torre fachada y sus decorados interiores propios del Renacimiento suponen una sorpresa para el viandante. Originariamente, el edificio, construido en el XIV, era de estilo mudéjar. En Constantina, otra de las cunas del arte de la Sierra Norte, la Ermita de Nuestra Señora de Robledo presenta tres naves de origen mudéjar del siglo XVI.

En La Campiña, Arahal y Marchena son los dos focos con mejor catálogo artístico. En Arahal, declarada Bien de Interés Cultural en 2003, se presenta ante los ojos extrañados de los viajeros la Iglesia de Santa María Magdalena, levantada después del devastador terremoto de Lisboa y cuya portada principal es de estilo neoclásico. Y en Marchena, cuna de las primitivas saetas y con una Semana Santa de honda raigambre, dos de las joyas del ajuar religioso son las iglesias de Santa María de la Mota, el templo más antiguo de la ciudad, y la de San Juan Bautista, iglesia matriz de la localidad y con una de las más famosas colecciones pictóricas de la comarca obra de Francisco de Zurbarán. El inmueble y sus bienes mobiliarios son de una exquisita variedad artística. El retablo mayor, de inspiración plateresca y realizado por Jorge Fernández y Alejo Fernández, la Custodia, obra maestra de la platería andaluza y cincelada por Francisco de Alfaro, y la sillería del coro son algunos de los elementos más distintivos de un majestuoso templo declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde los tiempos de la II República.

En el Bajo Guadalquivir, Lebrija y Las Cabezas de San Juan reúnen algunos de los tesoros del sendero que conduce, a través de la AP-4, a Cádiz. En la Iglesia de San Juan Bautista de Las Cabezas, cuya torre es paradigma del Barroco andaluz y que conserva un retablo neoclásico en la capilla mayor, se rinde culto a una de las tallas más impactantes del municipio, la Virgen de los Dolores. A apenas unos kilómetros de Las Cabezas de San Juan surge con su característica fisonomía y arte flamenco Lebrija, tierra de arte jondo. Una de sus obras más emblemáticas es la Iglesia de la Oliva, diseñada y modelada en estilo renacentista y con un exterior heredero del Barroco. Su sacristía, proyectada por Hernán Ruiz II y de estilo renacentista, y el retablo del altar mayor, donde se venera la talla de la Virgen de la Oliva, obra de Alonso Cano, son dos de las excusas para persuadir a los turistas. La Ermita de Nuestra Señora del Castillo, enclavada en un castillo medieval y donde se rinde culto a la Virgen del Castillo, patrona de la ciudad, completa la oferta monumental.

Carmona y Utrera son cunas de las producciones religiosas más sobresalientes del mapa. En la antigua Carmo, mirador natural de Los Alcores y paisaje habitual de la vieja Híspalis en el camino hacia Corduba, surge entre las recónditas calles del centro la Iglesia de Santa María de la Asunción, de estilo tardogótico andaluz y levantada sobre la desaparecida mezquita aljama. Su nave central, con un imponente coro y una bóveda de nervadura, son, junto al retablo mayor, una auténtica reliquia del pasado. El retablo mayor, en el que se rinde culto a la patrona, la Virgen de Gracia, durante sus fiestas de septiembre, está compuesto por banco –parte inferior–, cuatro cuerpos de cinco calles y ático. La Iglesia de San Pedro, contigua a una de las arterias de la vida social del municipio, extiende a sus fieles la imagen del Giraldillo, construido a imagen y semejanza de la Giralda de Sevilla. Y, sin duda alguna, una de las joyas ocultas en el patrimonio carmonense es el Convento de Santa Clara, de origen mudéjar y que en su época primitiva custodió las llaves de la urbe. El retablo, que se debió a las herramientas del artista cordobés Felipe de Ribas, es una cuidada obra de formas armoniosas.

Utrera pertenece a la nómina de ciudades de Andalucía. La Iglesia de Santa María de la Mesa, de estilo gótico y donde se conserva una de las tallas más logradas del insigne imaginero Benito Hita del Castillo, Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna, de la hermandad de los Aceituneros, es uno de los mayores templos de la ciudad. La Iglesia de Santiago, de origen gótico y que responde al modelo de las llamadas iglesias de salón, es otro de los monumentos de mayor relevancia de la zona.

La provincia de Sevilla oculta entre frondosos paisajes impactantes ermitas como la de Cuatrovitas, de estilo mudéjar, en Bollullos de la Mitación, la de Valme en Dos Hermanas o la de San Gregorio de Osset en Alcalá del Río. Vestigios de un pasado en el que los territorios de la gran urbe se extendían por los fértiles campos de cultivo que controlaban las principales familias nobiliarias andaluzas y que hoy, siglos después, son testigo silencioso de un esplendor que ahora parece de leyenda y ultratumba.

La provincia de Sevilla oculta entre frondosos paisajes impactantes ermitas como la de Cuatrovitas, de estilo mudéjar, en Bollullos de la Mitación, la de Valme en Dos Hermanas o la de San Gregorio de Osset en Alcalá del Río