Brotes verdes para nuestra tierra después de tanto tiempo en terreno pedregoso. La provincia de Sevilla ya ha comenzado a recuperar parte de su sabor y, bajo las premisas impuestas por la denominada “nueva normalidad”, florece en cada uno de sus municipios. Su riqueza es esencial para la capital y, desde la Diputación de Sevilla, la disposición está siempre presta a satisfacer las necesidades demandadas por los ciudadanos de cada localidad.
Con una clara mentalidad positiva, Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación de Sevilla, analiza, en sus palabras a El Correo de Andalucía, la pegada del COVID-19 en la provincia hispalense, definiendo la actuación de la Junta como tardía e ineficiente, y lanza un mensaje de positividad a todos los ciudadanos que conviven dentro de un territorio en el que “no podemos consentir que haya una sola persona que no tenga necesidades vitales cubiertas”.
Golpe duro para España y para el mundo, ¿cómo se ha actuado para proteger a la provincia de Sevilla desde Diputación de Sevilla?
En primer lugar, estamos en un contexto extremadamente complejo y desconocido. De ahí que la posibilidad del riesgo a equivocarse haya estado latente todos estos meses de lucha contra la pandemia. Las acciones llevadas a cabo con las localidades están siendo para rescatar y satisfacer la demanda de sus vecinos. La Diputación ha estado desde el inicio de todo esto para ayudar. Fijamos un objetivo primordial que era fumigar residencias, llegando a actuar cien veces en más de cuarenta residencias.
Hemos ayudado a los ayuntamientos a la desinfección de las calles de los municipios, así como de sus zonas de riesgo. Al mismo tiempo, la Diputación se ha encargado de proporcionar progresivamente miles de litros de hipoclorito sódico repartidos por toda la provincia.
Posteriormente, hemos inyectado 100 millones de euros anticipados a las arcas locales para seguir potenciando los servicios municipales y, a su vez, impulsar una serie de acciones de reactivación de aquellas acciones que había quedado paralizadas. Una vez recuperada la normalidad, en este periodo de teletrabajo, hemos sido capaces de volver a poner en marcha un total de 30 millones euros a lo largo de este proceso de desescalada.
En esta línea, hemos echado en falta la presencia de la Junta de Andalucía, que no ha estado a la altura de la provincia. No ha habido clarividencia en la exposición de los datos de contagios reales a los consistorios sobre el número exacto que ha habido en cada municipio. Algo fundamental para que cada ayuntamiento pudiera controlar el avance del virus.
Tampoco podemos olvidar que el material sanitario facilitado a los ayuntamientos por parte de la Junta ha sido poco y ha llegado tarde. Desde Diputación, hemos tenido que suministrar tanto de dicho material como de otras prestaciones a estos. Por ejemplo, en el servicio de ayuda a domicilio, recogida de basuras... Hablan de orfandad, en líneas generales, desde distintas partes de la provincia.
¿Qué medidas se han tomado para paliar el COVID-19 y hacer frente al contundente desempleo?
Hay medidas actualmente enfocados exclusivamente al empleo. Se ha puesto en marcha un programa para la prevención de la exclusión social con una inversión de 5,8 millones de euros y con posibilidad de activar nuevas ediciones a lo largo del año. Paralelamente, hemos impulsado un plan de ayuda a los autónomos en municipios con menos de 20 mil habitantes, a los que se ha inyectado un presupuesto de 2,5 millones.
También se ha puesto en carga un buen paquete de obras paralizadas del Supera 7, renovando el servicio hacia nuevas obras. Buena parte de la actividad provincial depende de este tipo de programas. Todas deben ejecutarse antes de que finalice el año. Algunas por motivos de aplazamientos y de la inactividad sufrida habrá que darle una prórroga. Nuestro objetivo es que, para el 31 de diciembre, esté justificada la inversión concedida a los consistorios.
Panorama a medio, largo plazo para el turismo interprovincial...
El turismo que tenemos en la provincia reportaba un buen número de visitantes de proximidad. Sinceramente, creo que será el primero que se recupere tras el levantamiento de las restricciones de movilidad interprovincial. Hasta el día 21 de junio (este domingo) vamos a tener más dificultad pero, en principio, considero que el turismo de interior tiene perspectivas muy positivas de crecimiento. Que la gente tenga miedo a la pandemia hace que el turismo aumente en zonas que ofrezcan mayor seguridad. De ahí el crecimiento del turismo de la Sierra norte, la Ruta de la Plata, la Sierra Sur... Son enclaves naturales que ofrecen posibilidades extraordinarias al turismo de naturaleza y ocio.
Afortunadamente, somos una provincia que tenemos dentro de Andalucía el mayor registro de parques naturales. Un filón que vamos a tratar de darle vida, promocionando el sector hotelero y hostelero, que pueden beneficiarse de ese flujo turístico despertado en las últimas semanas. La Sierra Norte se encuentra ya a un 80% de su capacidad. Hace dos meses, lógicamente, era impensable. No había reservas y la preocupación era real. Ahora la gente es optimista.
El papel de los ayuntamientos está siendo...
Ha sido, es y seguirá siendo fundamental. Conocen mejor que nadie la realidad de su municipio, le ponen cara a los problemas de sus convecinos, hay una empatía y complicidad tremenda entre el gobernante local y el ciudadano, en general. Además, siempre el papel de los ayuntamientos ha estado a la altura en aquellos momentos que más se ha requerido y necesitado. 28 febrero y 4 de diciembre de 1980, cuando luchamos por la autonomía andaluza en favor del artículo 151. En otro acontecimiento más reciente, el papel fue fundamental en gestionar el plan e de zapatero puesto en marcha en la crisis de 2008. Otra vez, los ayuntamientos saltan a la vista el buen papel de los consistorios y diputaciones, que siempre están ahí cuando se necesitan. Algunos dirigentes mundiales deberían de tomar nota de que su conducta no ayuda nada en una coyuntura como esta.
Personalmente, creo que esta crisis tendrá más repercusión que la de 2008 porque es radicalmente nueva, desconocida y sus efectos sanitarios son inmediatos, teniendo una repercusión directa tanto en la parte económica como en la social. El ser humano lo está notando. Lo peor es que no sabemos cuál será la factura final de esta crisis. Esta crisis nos ha hecho ver lo importante que es el respeto a la tierra, lo que supone una apuesta decisiva hacia la transición ecológica y la sostenibilidad. No vale nada hablar bien de este campo si después no se apuesta ni se invierte y, por ende, se ve reflejado en los presupuestos generales de los países.