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Actualizado: 19 abr 2015 / 18:36 h.
  • La libertad renació en Las Cabezas
    El niño Francisco de la Rosa declama el romance histórico de Riego ante el busto del general. / Fotos: Álvaro Romero
  • La libertad renació en Las Cabezas
    El alcalde, Francisco Javier Toajas, la concejala de Cultura, Margaret Guerrero, y otros personajes de la recreación.

Desde hace dos siglos, Cádiz se ha erigido para la Historia española en la cuna de las libertades por haber sido en su salada isla donde se aprobó aquella primera Constitución española que acabó bautizada, tan carnavalesca y femenina, con el santo que se celebraba aquel 19 de marzo de 1812. Sin embargo, a La Pepa le sobró teoría y le faltó práctica porque el rey Fernando VII –hasta entonces secuestrado por Napoleón– no tardó en regresar a España y renovar el Absolutismo. Y hubo de esperarse al primero de enero de 1820 para que aquella Constitución llamada a ser la madre de toda la legislación libertaria española dejara de ser papel mojado, impulsada por el grito de un general que comenzaba el año sin ganas de embarcar hacia América para sofocar a los sublevados de allá y que acabó subido a un balcón para arengar a sus soldados a dar un golpe de estado contra el último rey absoluto y a favor de la libertad.

El general se llamaba Rafael del Riego y el balcón desde el que se envalentonó era el del Ayuntamiento de Las Cabezas de San Juan, un pueblo sevillano que ha tardado en reconocer su papel fundamental en el impulso constitucional pero que desde que lo hizo, en 2007, ha consolidado un fin de semana en torno a la recreación histórica de aquel Levantamiento.

Para ello, el pueblo ha viajado en el tiempo desde el pasado viernes y por todo el centro se respira siglo XIX, alfarería, mercados, aves rapaces, zancudos y malabaristas, teatro callejero y, sobre todo, olor a pólvora, que ayer sonó solemne en las salvas de fusilería y artillería que engrandecieron una recreación en la que las tropas de Riego subieron desde la parte baja del pueblo al barrio alto (Plaza de la Constitución), con el alcalde, Francisco Javier Toajas (PSOE), la concejala de Cultura, Margaret Guerrero, y un séquito de curas, jinetes, bandoleros y revolucionarios que retrotrajo el pueblo a aquellos momentos históricos en los que dejó de ser una villa perdida de la Marisma para convertirse en punto clave del arranque democrático.

Los lugares emblemáticos, como la Plaza de los Mártires o la calle Juan Marín de Vargas, se nutrieron de puestos integrados en la recreación. Todas las asociaciones locales –culturales, benéficas, cofrades, sanitarias, educativas...– tienen algo que mostrar. La asociación teatral Pabalumas se ha esforzado con sus títeres y cuentacuentos y, además, consiguió ayer que un alumno, Francisco de la Rosa, declamara un romance de Rafael del Riego que resultó un pregón histórico a la altura del evento. Por la sangre le viene el arte: es hijo del Múo, toda una institución cultural ya en el Cielo.

Los miembros de la asociación de danza flamenca Diego Guijo se lucieron en sus bailes mañaneros con acento francés. El toque flamenco lo pusieron algunos de los más destacados alumnos de la Escuela Municipal de Música.

Después de nueve ediciones, el pueblo se vuelca con la causa, aunque ayer fueron muchos los disfrazados de otras latitudes –Cádiz y pueblos de Málaga– que conformaron los desfiles de la recreación con sus caballos, sus trajes de época, sus trabucos y sus complementos napoleónicos. Los colegios también han trabajado el asunto: muchos niños y sus padres estuvieron atentos a cada palabra y rito, conscientes de lo que la Historia había escrito en su pueblo.