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Actualizado: 17 abr 2019 / 23:24 h.
  • La lluvia respetó a la Quinta Angustia salvando un Miércoles Santo gris
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La tarde estaba plomiza. De amenaza de lluvia. Y frío. Un frío viento como el que recorrió las entrañas de las Santas Mujeres a la hora de ver bajar a Jesús de la cruz. Con ese halo de luto, recogimiento y oración salía de la capilla de San Francisco el maravilloso Misterio sobre la portentosa perla negra de caoba y bronce que con su andar largo, y siempre de frente, enfilaba camino recto hacia la Iglesia Prioral de Santa María

No quería el sol brillar para engrandecer aún más el palio de Nuestra Señora y Madre de las Angustias, virgen morena que tallara Castillo Lastrucci con tanto gusto, con esos aires macarenos que enamoran a los arrabales. Su mirada penetrante hacía las veces del sol. De aliento contenido fue el paso por el Arco de la Puerta de Sevilla, casi imposible, de corazón encogido. Magistralmente trabajado.

Fue, quizás, el momento más emotivo. En la hermandad sabían del altísimo riesgo de lluvia que aparecería a partir de las 21 horas en Carmona. Y así fue. Tras la entrada en la Iglesia Prioral de Santa María, a las 20.45 horas, la Junta volvió a llamar a AEMET para preguntar por los partes meteorológicos. Y se confirmó lo que ya en la salida sabían los hermanos que formaban con exquisito gusto y orden, recogimiento y saber estar, desde un primer momento: hacer Estación de Penitencia, sin florituras y por el camino más corto.

Ese camino más corto hizo agolpar, de nuevo a la salida del casco antiguo, el sobrecogedor discurrir de ambos pasos por la Puerta de Sevilla. Como en la ida, pero con más cansancio y la premura de una lluvia que comenzó a aparecer de forma muy débil, casi inapreciable.

No importaba el viento, ni el frío, ni el chispeo que evitó el paso por Tinajería y Tahona, donde el éxtasis de alegría y felicidad hace matrimonio perfecto con el portentoso paso de palio calado oriental, que recibe una lluvia de pétalos interminable, con vítores que este año tuvieron que quedarse en las gargantas de los vecinos y vecinas del barrio castizo de San Francisco. Pero se hizo manifestación pública de FE. En mayúsculas, acortando recorrido, pero rezando. Que el año que viene lo que caiga del cielo sean los pétalos de las flores.