Un viaje “atípico” con final feliz. Así ha definido el portavoz del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) en Jaén, Diego Moya, lo ocurrido con una de las campanas de bronce perteneciente a la Iglesia Parroquial de Santa María, en Guadalcanal (Sevilla), que ha podido ser recuperada en Holanda después de que la empresa jiennense encargada de su restauración la enviase a Alemania para realizar un trabajo que ellos no podían hacerle.
Tal y como ha explicado Moya, esta campana del siglo XVII junto a otras tres más salieron por primera vez en su historia del municipio sevillano de Gudalcanal para viajar el pasado mes de julio hasta la localidad jiennense de Torredonjimeno donde ser restauradas por Campanas y Relojes Rosas, una de las pocas empresas que quedan en España dedicada a la restauración de estos elementos.
Tras llegar a Torredonjimeno, los expertos vieron que el arreglo que necesitaba una de ellas no podían realizarlo en España sino que había que enviar la pieza hasta una localidad de Alemania que “es la única en el mundo que puede llevar a cabo este tipo de trabajo” con el fin de que siguiera “brillando como lo viene haciendo desde 1669”.
A través de una empresa de transporte, el 31 de julio salió la campana con destino a Alemania y ahí empezó su particular periplo, “un tanto inesperado”. Ya en agosto, la empresa de Torredonjimeno recibió un embalaje con lo que supuestamente debía ser la campana. “Cuando esperan la llegada de la campana restaurada, lo que reciben es un paquete totalmente vacío, una caja de cartón con una serie de tablas imitando a lo que es la campana”, ha explicado el portavoz de la Policía Nacional.
El paso siguiente de la empresa de restauración jiennense fue acudir a la Policía Nacional e interponer la correspondiente denuncia. Al principio, según ha relatado el portavoz del CNP, “no sabíamos si había sido sustraída o extraviada”, pero la investigación comenzó siguiendo la pista del envió.
De esta forma, se supo que la campana salió de Torredonjimeno y llegó a Barcelona, desde donde partió hacia Bélgica y es aquí donde aparece “la laguna” en la que se le pierde la pista hasta que finalmente, con ayuda de otras policías europeas, se consigue localizar la campana en un almacén de Holanda destinado a albergar mercancías u objetos que no pueden ser entregados. Lo cierto es que nunca llegó a su destino final que era Alemania.
Se trata de una pieza histórica y por eso la Policía baraja que “la persona que desvió la campana sabía que tenía un valor en el mercado negro bastante alto”. La campana ha regresado, pero las pesquisas policiales siguen su curso en busca de la persona o personas que hayan podido participar en lo que parece un intento frustrado de apropiación.