La Caracolá de Lebrija, uno de los festivales veraniegos más arraigados de Andalucía y que en los últimos años ha diversificado sus espectáculos y sus escenarios, rendirá homenaje esta vez, en su 54ª edición -que se desarrollará entre el 11 y el 20 de julio- a uno de sus flamencos más verdaderos, Manuel Valencia Carrasco, a quien la historia de su compromiso con la libertad y su propia sangre conoce como Manuel de Paula. Al nieto de La Rumbilla, a la sazón sobrino nieto de Antonia Pozo, no solo le dedica el festival de su pueblo este año el cartel anunciador (atrevida y exquisita obra de Lola Gómez), sino que le concederá su máximo galardón, el llamado Caracol de Oro, en reconocimiento a su trayectoria, según le comunicó el propio alcalde lebrijano, Pepe Barroso, el pasado otoño al propio artista y se encargó de anunciar ayer a los cuatro vientos del panorama flamenco mundial desde el estand de la Diputación de Sevilla en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), en Madrid. Hasta la capital de España fueron el primer edil lebrijano y su concejala de Cultura, Tamara Carrasco, para promocionar la máxima expresión cultural de su pueblo, el flamenco.
Sobre De Paula, destacó ayer Barroso que es “un cantaor de las más hondas cepas, guardián siempre de lo auténtico, un gitano andaluz confabulado con la libertad y, en definitiva, un hombre flamenco por los cuatro costados”. Desde luego, el cantaor lebrijano, nacido en 1956, siempre ha asumido que su arte, desde los últimos años del Franquismo, debía servir también de denuncia social. De Paula, deudor de Antonio Mairena, Tomás Pavón o su hermana, La Niña de los Peines, ganó con solo 14 años el primer premio de cante del célebre concurso de Mairena del Alcor. El poeta Antonio Murciano escribió de él que era “un pequeño milagro moreno de Andalucía”. Dos años después, en 1972, ganó en Córdoba otro primer premio por soleares. Y desde antes de la Transición demostró precozmente su enorme valía, su gran sentido del compás, sus conocimientos, su personalidad y la conservación de los aires propios de su familia a la par que la búsqueda de una expresión personalísima que lo ha llevado a grabar un buen número de trabajos discográficos, desde aquel primer disco titulado El cante grande un niño gitano hasta Como oro en paño. Entre tanto nacieron trabajos como Esta es mi tierra o Romance de Manuel Justicia, y una fructífera amistad con el bailaor Mario Maya que lo llevó a girar por teatros de todo el mundo.