Curro Malena vino al mundo un 11 de julio de 1945, en plena posguerra civil española y en el seno de una familia que no podía ser ya más flamenca porque vivía asentada en Lebrija -quintaesencia de Andalucía- y porque derivaba, a su vez, de otras dos familias que llevaban el compás en la sangre: Los Malenos y Los Rumbos. Con solo 19 años, cuando participa en el II Gazpacho de Utrera, allá por 1964, se presenta como Curro Paula y se acuerda de su abuela materna, La Rumbilla, a la que ni siquiera había conocido porque murió siendo él un recién nacido, y es entonces cuando inicia una carrera profesional entre un siglo y otro del mismo modo que su cante gitano bebía de esas dos partes en las que se dividía el mundo a juicio de Fernando Villalón: Sevilla y Cádiz.
Después de más de cuarenta años de vida profesional, no fue extraño que el Ayuntamiento de su pueblo natal lo nombrara Hijo Predilecto en 2011. Pero sí llama la atención que fuera aquel mismo año en el que le rindiese un justo homenaje la Federación de Peñas Flamencas de Sevilla. Era lo mínimo teniendo en cuenta que se trata del cantaor que más peñas con su nombre tiene. Bautizado como Francisco Carrasco Carrasco, Curro Malena ha sido una figura esencial para entender la contribución de Lebrija al desarrollo de la música flamenca y al caudal de creación que han venido gestando las casas cantaoras de ese municipio a caballo entre los dos mundos que consideraba Villalón... Ahora el Ayuntamiento, según la declaración institucional de ayer en el pleno, solicita para esta figura tan emblemática del cante tres Medallas: la del Mérito a las Bellas Artes que concede el Ministerio de Cultura y Deporte; la del Mérito en el Trabajo que concede el Ministerio de Trabajo y Economía Social; y la de la Provincia de Sevilla, que se le ha pedido a la Diputación.