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Actualizado: 14 abr 2019 / 18:37 h.
  • Mañana fúnebre en domingo de esplendor
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Es un domingo de pequeñas ilusiones. Se viven momentos muy esperados por los cofrades que descuentan días para vivir de lleno la Semana de Pasión. Amanecía un cielo claro y, cuando se comienzan a escuchar los primeros sones, Marchena daba inicio a su Semana Grande con una de sus peculiaridades que la hacen única en toda la provincia.

Su mandato o las mooleras son solo algunas pinceladas que la hacen diferente de los días de Pasión de otros municipios sevillanos. Y la mañana del Domingo de Ramos es un ejemplo de unos días Grandes que hacen que merezca la pena conocer la Semana Santa marchenera. El reloj marcaba la hora y era pasada la una y media cuando comenzaba su salida la “Procesión de los Huesos”, un ritual con el que la Hermandad de la Caridad, fundada en 1649, rinde culto a “todos los hijos de Dios que no han tenido la oportunidad de recibir cristiana sepultura”. Al igual que hacía la Santa Caridad en Sevilla, es fiel a este solemne ritual que se vive en la mañana del Domingo de Ramos. De esta manera, se recuerda los entierros del siglo XVII cuando se recogían los cadáveres de personas abandonadas de las calles de la localidad y se le ofrecía un entierro digno.

Salida a la una y media

Hay ganas de vivir la Semana Santa y si el año pasado las nubes deslucían la salida, este domingo, el cielo claro presagiaba un buen inicio de Semana de Pasión.

A mediodía se abrían las puertas de la Capilla de la Milagrosa, donde desde poco antes de la una del mediodía se congregaban los hermanos para comenzar los cultos antes de la salida. Poco después se partía rumbo a San Sebastián. Abría el cortejo los nuevos hermanos que minutos antes había jurado las reglas de la Hermandad. Tras la protestación de fe, el capellán rezaba la Letanía de los Santos y las oraciones preliminares de difuntos para iniciar la procesión puntual a la hora de salida. Con traje oscuro, corbata negra y brazalete de intenso azul los hermanos inician este cortejo fúnebre. Detrás de ellos se situaba la capilla musical, que precede al féretro del siglo XVIII llevado a hombros por cuatro miembros de la Hermandad.

Un silencio recorre las calles de Marchena que, por la tarde se llena de júbilo. La música de capilla precede al féretro por las calles que esperan impaciente estos días. Un fuerte contraste con lo que horas más tarde se vive en la villa ducal gracias a la Borriquita y su tarde de júbilo con pequeños portando su palma.

La procesión finalizaba en la parroquia de San Sebastián sobre las 14:30 donde se rezaba un responso por los difuntos. El ritual de la Hermandad, con el que se escenifica aquellos enterramientos de personas necesitadas, tendrá su fin con la misa de difuntos que se celebra en la tarde del lunes Santo.