Tres horas esperando un féretro bajo un intenso frío es una viva muestra del cariño que, en globosidad por la Guardia Civil y en concreto por el agente Diego Díaz, mostraron ayer los vecinos de Guillena. La noticia del hallazgo de su cadáver corrió como la pólvora entre los vecinos, y todavía no habían dado las cinco de la tarde cuando los primeros habían llegado a las puertas del centro cívico ‘La Estación’ para recibir al féretro del cabo primero fallecido.
No obstante, los trámites en el Instituto Anatómico Forense se demoraron más de lo previsto, y a pesar de que, inicialmente, la capilla ardiente iba a abrir sus puertas en torno a las seis de la tarde, no fue hasta casi las nueve cuando llegaba el coche fúnebre. Medio centenar de agentes de la Guardia Civil de distintos acuartelamientos y graduaciones esperaban para hacerle el pasillo de honor a su compañero fallecido, que fue portado a hombros desde el coche fúnebre por los que trabajaban con él en el cuartel de Guillena. Antes, se vivió un momento muy emotivo, cuando el agente más veterano del cuartel del pueblo se abrazó al féretro, sollozando el nombre de su compañero. Muy cerca, y muy afectado, el guardia civil que le acompañó al servicio que acabó con su vida el pasado sábado, sin que él pudiese evitarlo.
El alcalde de la localidad, Lorenzo Medina, el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, y la consejera de Interior de la Junta de Andalucía, Rosa Aguilar, eran algunas de las autoridades que esperaban al coche fúnebre. Una vez dentro, se celebró un responso para los familiares y autoridades, y seguidamente se permitió el paso a los vecinos de la localidad.
Por deseo expreso de la familia, sobre todo por el estado que presentaba la madre del agente, no hubo medios de comunicación en el interior de la capilla ardiente.