San Isidro Labrador y su mujer, Santa María de la Cabeza, lideran hoy una jornada campera en la que unos 10.000 palaciegos lucen sus mejores galas, más de domingo flamenco que de campo, en una jira de ida y vuelta al parque periurbano de La Corchuela, a unos diez kilómetros del núcleo urbano. Lo hacen sobre un simpecado tirado por bueyes y ataviado con todo tipo de productos del campo, que en un pueblo como Los Palacios y Villafranca, cuyo emblema más aglutinador es el tomate, no deja de tener la máxima significación, al margen de que el evento lleve varios años declarado Fiesta de Interés Turístico de Andalucía.
La Hermandad que preside Dolores Murube salió de la Parroquia de Santa María la Blanca esta mañana a las ocho, con la promesa en el aire de que no el sol no iba a pasarse, como lleva pasándose la última semana, más de verano que primaveral. Las temperaturas de hoy prometen relajarse, de modo que toda esa procesión multicolor en la que predominan mujeres vestidas de gitanas desde la calle Aurora hasta el Furraque ha sido un auténtico espectáculo sin quejas anticipadas por el calor. Al compás suave de la flauta y el tamboril, no han faltado las sevillanas espontáneas, los bailes en cada parada, los selfies ni el asombro por esa veintena de galeras que vuelven a constituir otro récord en la historia de esta exitosa romería. Las galeras son las carrozas adornadas con papelillos y tiradas por bueyes que se están promocionando en los últimos años y que han conseguido dar a la jira palaciega, como sigue siendo conocida la fiesta, una estampa de agradable tradicionalismo. Solo los bueyes, venidos desde muchos pueblos del Aljarafe sevillano, son ya un espectáculo mitológico.
La Jira palaciega tuvo un punto álgido en los años previos a la crisis, pero luego se resintió, con cifras más modestas de participación. Ahora, sin embargo, está claro que ha vuelto a recuperar su brío, lo cual no solo se nota en la muchedumbre inacabable que recorre esa salida del pueblo hacia la carretera de El Monte, sino también en las vísperas de tantas familias haciendo papelillos para sus galeras –expuestas en una gran carpa en el parque de Las Marismas desde el pasado miércoles, con fiesta de convivencia incluida-, de tanta gente preparando sus cabalgaduras y de tantas mujeres de todas las edades como ponen a punto sus trajes de flamenca.