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Actualizado: 26 feb 2021 / 08:11 h.
  • Emilio García, el autor del álbum de El Trobal, se fotografió el último para este proyecto que se presenta este domingo
    Emilio García, el autor del álbum de El Trobal, se fotografió el último para este proyecto que se presenta este domingo

Cuando en noviembre del olvidable año pasado regresó Emilio García a su pueblo de El Trobal, después de que el coronavirus lo mantuviera un mes hospitalizado entre la vida y la muerte, muchos vecinos lo recibieron con aplausos como si fuera una estrella de rock. Sus motivos tenían, y el más importante no era que llevara 40 años trabajando en la cooperativa Las Palmeras, el alma económica de la pedanía, ni que hubiera sido concejal del PA durante varias legislaturas, ni que hubiera sido el coautor de un libro sobre la historia del poblado hace unos añoss, sino que había retado al peor año de nuestra historia reciente con un proyecto que solo entonces estaba a punto de terminar: retratar, uno por uno, a todos los trobaleños. A ellos y a ellas, tuvieran la edad que tuvieran. Desde los que habían nacido tan solo unos meses antes de empezar aquel ambicioso álbum hasta uno de los primeros colonos que acababa de cumplir 99 años. Porque la historia de El Trobal y de este libro tienen carrete para rato.

El Trobal es uno de los tres poblados de colonización (junto a Maribáñez y Chapatales) que asumió Los Palacios y Villafranca a finales de la década de los 60. De aquellos primeros colonos que empezaron a domeñar la rebelde tierra con un par de mulos y una voluntad de hierro contra una marisma que tardaría en dar sus frutos apenas quedan hoy cuarenta personas. Todos octogenarios, o casi. “A mí se me caen dos lagrimones cuando veo a un colono y pienso que dentro de un tiempo no tendremos a ninguno”, dice Emilio, hijo de colonos. “Yo los he visto toda mi vida trabajando duro para conseguir este pueblo que hoy tenemos”, añade, recordando a aquellos hombres y mujeres venidos de distintos puntos de Andalucía, “y en aquella época no iban como yo, en un tractor escuchando la radio y con aire acondicionado”.

Uno de aquellos colones era su padre, que murió con 56 años, tres menos de los que cumplirá él este domingo, el Día de Andalucía, que ha sido la jornada, tan especial por tantos motivos, elegida para presentar el álbum en el salón de actos de la cooperativa Las Palmeras. Se ha limitado la entrada, por culpa del COVID-19, a cien personas. “Pero si hay más gente y tenemos que hacer dos actos, pues se harán”, dice orgulloso Emilio, que espera que precisamente hoy le lleguen los ejemplares del álbum fotográfico que cada vecino le ha ido encargando estos días. Aunque en El Trobal hay exactamente 1.047 habitantes, el álbum –de 416 páginas- lleva 1.510 retratos, porque aunque Emilio se propuso en un primer momento, justo antes de comenzar la pandemia, retratar solo a los colonos, se dio cuenta muy pronto de que el reto terminaría en unas pocas semanas. “Cuando empecé a subir fotos de los colonos a las redes sociales, solo con su año de nacimiento y su profesión, los comentarios tan positivos y nostálgicos me impulsaron a subir más”, cuenta. Y cuando terminó con los colonos, siguió con agricultores más jóvenes, y luego con las vecinas que salían a por el pan, y luego con los trabajadores de la cooperativa y más tarde con quien se encontraba en la farmacia, y así, cuando ya llevaba varios centenares de trobaleños, se dio cuenta de que no solo eran de El Trobal quienes habían nacido allí, sino también quienes habían contraído vínculos inviolables con la pedanía, y no solo por matrimonio. De modo que el álbum que se presenta este domingo puede ser “el álbum de fotos de un pueblo más grande y completo que se haya imaginado”, sugiere Emilio. Hasta el punto de que está indagando en Récord Guinness por si cupiese la posibilidad de incluir este proyecto. “Yo he visto álbumes fotográficos con muchos metros de longitud, pero la grandeza de este álbum es de otro tipo”, razona él.

Los beneficios que se obtengan de la venta del álbum se destinarán íntegramente a mejoras en el colegio de la pedanía. “Sé que hay otras muchas instituciones que lo pueden necesitar, pero hay que elegir y me decidí por el cole”, argumenta. Tal vez en ello haya tenido algo que ver un maestro que fue providencial para el poblado hasta el punto de regalarle un lema. El maestro es Paco Toledo, ya jubilado, y la frase –un verso en toda regla- reza: “El Trobal, donde el horizonte se hace marisma”.

Fue precisamente Paco Toledo quien le dio a Emilio la idea que ahora supondrá un revulsivo para el libro: grabar las voces de los colonos más ancianos, como testimonios orales a punto de perderse, e incluirlas en el libro. Precisamente Emilio reta “a las nuevas generaciones” a continuar con esta labor de rescate. “Y cuando nos deje el último colono o la última colona, tengamos para siempre cómo recordar a los que dieron su vida por un pueblo mejor”, dice en el prólogo, y recomienda a todos sus vecinos retratados: “Y si alguien pregunta de dónde vienes, di con orgullo que de un pueblo que hicieron posible las curtidas y sufridas manos de hombres y mujeres venidos de otros lugares”. Eso se llama hacer patria.