Que Carmona es una joya histórica y cultural es más que evidente. Pero que también es cuna de insignes imagineros y gente preocupada por el arte, reafirma esta idea. Y con una juventud que ha heredado un patrimonio centenario. Es el caso de Luis Maqueda Toro, restaurador que tiene la suerte de tener en su taller una escultura en madera de cedro policromada del Niño Jesús (16cm x 55cm x 20cm) que guarda muchas sorpresas.
Según los estudios realizados por el catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos I Javier García Luengo-Manchado, por sus características formales dicha obra, procedente de una colección particular de Carmona, se puede contextualizar en la órbita que de esta tipología estableció el insigne escultor Martínez Montañés, según atestigua “la dulzura de sus rasgos, el suave contraposto, así como la distribución del cabello, los ojos y su mirada”. A tenor de lo descrito, la datación se circunscribiría a mediados del siglo XVII, participando pues plenamente de la estética de la imaginería barroca sevillana.
Esta talla articulada con mecanismo de galleta y espiga, en hombros y codos, con el fin de facilitar su vestido, fue realizada con probabilidad para alguna capilla particular o iglesia de Carmona, según testimonian los abundantes restos de cera y hollín que se hallan en el cabello y peana.
Los primeros estudios radiográficos de la obra, revelan una segunda capa de estuco y repintes en rostro, manos y pies, mostrando dos tipos de encarnaduras, aunque muy similares, de pincelada uniforme y color homogéneo. Asimismo, el estudio radiográfico de la escultura muestra un embón a unión directa con cola, y agujas metálicas en algunos dedos, con seguridad de una intervención anterior.
La restauración y la investigación que lleva a cabo el conservador y restaurador Luis Maqueda Toro, determinará una aproximación a la autoría de la escultura. En definitiva, nos enfrentamos a la restauración de una obra de evidente calidad, que, por otra parte, testimonia bien los procesos de trabajo de la imaginería sevillana del Barroco.
Para Luis Maqueda, la imagen necesita “medidas de conservación que le confieran estabilidad en el tiempo”. Para alcanzar un estado óptimo de todos los materiales es necesario una limpieza general de la suciedad superficial, ceras y agentes biológicos, así como una consolidación general de todas las capas de estuco y policromía. Este aporte de estabilidad es necesario para abarcar una restauración que le devuelva la originalidad de la obra.
La restauración, según Maqueda Toro, “puede proporcionar más datos sobre la autoría de la imagen, ya que el estudio integro analizará la ejecución de la talla y la forma de trabajo del artista, datos que son únicos de cada imaginero y que se pueden validar como la firma de uno u otro escultor”.