Juan de Valdés Leal (1622-1690) es considerado uno de los artistas más polifacéticos e influyentes del Barroco sevillano. Aunque su obra pictórica abarca muchos estilos, Valdés Leal destaca por crear uno propio que rompió con las normas estéticas de sus contemporáneos, que lo tildaron de bizarro, lúgubre y extravagante.
Estos calificativos hacían referencia a su forma de representar la muerte, tanto en los símbolos, extraídos de la filosofía del Libro de la Verdad de Manuel de Mañara, como en lo estético, reflejando la decadencia del cuerpo humano tras el fallecimiento.
Ello le valió el sobrenombre de “el pintor de los muertos”. Sus obras más valoradas están llenas de oscuridad, putrefacción, huesos, insectos... De hecho, se cuenta que el gran Murillo le comentó que necesitaba ver sus cuadros con la nariz tapada.
Con motivo del 400 aniversario de su nacimiento, el pintor Rafael Laureano ha participado en el rodaje de un documental donde aporta su particular reinterpretación del estilo tenebrista de Valdés Leal.
Para ello, se ha inspirado en dos de sus óleos más recordados “In Ictu Oculi” (en el parpadeo de un ojo) y “Finis Gloriae Mundi” (fin de la gloria mundana) y ha generado una nueva obra capaz de atrapar y perturbar a todo aquel que la observa.
Varias técnicas mezcladas
Esta ha sido elaborada con varias técnicas clásicas como la pintura o el modelaje y otras más innovadoras, como la impresión 3D. Se divide en dos partes muy diferenciadas, siendo la parte inferior, totalmente oscura y tétrica, un símbolo de la muerte, y la superior, luminosa y floral, una representación del tema de la “vanitas”; los placeres terrenales como la belleza o el poder. Sin embargo, todo el protagonismo recae en el centro, donde se sitúa un cráneo con mitra del que los insectos se alimentan.