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Actualizado: 09 dic 2020 / 17:10 h.
  • Vacunación. / EFE
    Vacunación. / EFE

Dos personas del Reino Unido que trabajan como sanitarios han sufrido una reacción alérgica tras recibir la primera dosis de la vacuna fabricada por Pfizer/BioNTech. Se han recuperado aunque los reguladores de ese país han aconsejado que las personas que hayan desarrollado episodios de alergias «significativas» eviten esa vacuna. La alerta de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios se refiere a casos graves y han puesto como ejemplo a las personas que tengan que llevar un autoinyector de adrenalina o hayan sufrido con anterioridad una reacción anafilactoide. Es decir, hay que tener cuidado, pero no se trata de algo que sea extraño o invite a pensar que la vacuna de Pfizer/BioNTech no sea eficaz o sea dañina.

Las vacunas suelen crear problemas. Siempre fue así. Lo que sucede es que se prefiere un problema en un pequeñísimo segmento de la población a un desastre como el que estamos viviendo. Por ejemplo, en los ensayos clínicos que se han efectuado con esta vacuna de Pfizer/BioNTech, los participantes notaron dolor en el lugar en el que inyectaron la vacuna más del 80 por ciento, sufrieron dolor de cabeza menos del 50 por ciento y fiebre tuvieron menos del 10 por ciento. Los efectos se pasaron en unos días y la intensidad fue leve o moderada.

Por otra parte, la vacuna de AstraZeneca causó fiebre, durante los ensayos clínicos, al 25 por ciento de las personas más jóvenes (nada entre los mayores de 55 años; y en la segunda dosis no apareció en ningún caso). Los dolores de cabeza y el cansancio se presentaron de forma leve o muy moderada y estuvieron presentes espacios muy cortos de tiempo.

Por tanto, efectos adversos los hay y ya están informados en los resultados de los ensayos clínicos. Y aparecerán otros nuevos sin duda alguna porque se va a vacunar a miles de millones de personas. Es tal la envergadura del proyecto que las cifras asustan aunque los porcentajes de incidencias serán muy bajos.

Nunca antes la Humanidad se había enfrentado a una aventura similar. La logística es un reto, la capacidad de vacunación es un reto, todo es un reto. ¿Estamos preparados para ello? ¿Debemos confiar y vacunarnos? Sí, sin duda alguna. Al menos los datos invitan a estar más que seguros.

Esperar a infectarse de forma natural puede ser muy problemático. No todo el mundo enferma del mismo modo ni reacciona del mismo modo. Por tanto, la generación de anticuerpos en muy diversa. Además, los contagiados asintomáticos y leves podrían quedar protegidos muy levemente y, por ello, ser candidatos a una segunda infección que, a veces, se está mostrando más hostil. No hace falta decir que enfermar puede llevar aparejada la muerte o una serie de secuelas gravísimas y que las vacunas aseguran en un porcentaje altísimo respuestas muy parecidas al recibir las personas las mismas dosis.

La Covid-19 es impredecible. La vacuna no. Hay que vacunarse porque la vacuna es un gesto solidario y necesario. Coinciden todos las autoridades sanitarias de todos los países del mundo, todos los científicos.

Por supuesto, hay que tener muy presente que el SARS-CoV-2 sigue en el mismo lugar en el que estaba ayer o hace tres meses, que sigue siendo letal y que, a pesar de las vacunas, seguirá entre nosotros provocando enfermedad, dolor y muerte. Esto es algo que no se debe ocultar porque no existe el remedio para la Covid-19 y, mientras ese sea así, el enemigo seguirá estando entre nosotros. Relajar las medidas básicas que hemos aplicado hasta ahora (lavado de manos, distancia social y uso de mascarilla) sería desastroso.