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Actualizado: 06 nov 2021 / 15:14 h.
  • Crisis del clima: cuando los jueces son parte

Creo que para arreglar el clima haría falta una dictadura mundial estilo Platón, un gobierno mundial de sabios apoyados por fuerzas armadas de todo tipo que obligaran a los culpables del calentamiento a cesar en sus planes en cuestión de pocos años y a la población en general a aguantar lo que eso significa. Esto es, haría falta una utopía o una reacción instintiva y muy urgente de supervivencia.

Dinero, muchísimo dinero... y utopía

También haría falta dinero, muchísimo dinero, que nos diéramos a nosotros y a quienes necesitan colocarse a nuestra altura socioeconómicamente, es decir, a la altura de los que ya hemos contaminado bastante desde el siglo XVIII occidental y ahora miramos a otras energías alternativas a las energías fósiles, incluyendo a la energía nuclear. Según la revista Política, apenas hay posibilidad de que los casi 200 países reunidos en Escocia acepten soportar la carga económica y política para realizar el tipo de reducciones radicales de emisiones necesarias para alcanzar ese objetivo de no subir de los 1,5 grados. Los países ricos se comprometieron a ofrecer 100.000 millones de dólares al año en financiamiento climático para 2020, pero ahora dicen que no alcanzarán esa marca hasta 2023. Sin el efectivo, algunos países en desarrollo no están dispuestos a ceder en emisiones.

Es significativo que los países árabes, a los que les sobra el sol, se hayan hecho de oro -las minorías déspotas- con el crudo y con la colaboración occidental, desde 2001 se han intensificado las guerras justo en los países de los “moros malos” con la excusa de quitar de en medio a los tiranos dictadores: Libia, Irak, Afganistán... y Siria porque no hemos podido al meterse por medio Rusia.

Cuando terminaron las dos guerras mundiales, gran parte de las deudas de guerra se le perdonó a Alemania que ahora se queja de lo que gastamos los españoles. La primera vez ocurrió en 1923, cuando la economía alemana se encontraba arrasada después de su derrota en la Primera Guerra Mundial. Alemania estaba obligada a pagar a los aliados un total de 132.000 millones de marcos de oro. Sin embargo, los estados victoriosos en la contienda perdonaron a Alemania la deuda. La deuda reclamada a Alemania correspondiente al período anterior a la Segunda Guerra Mundial se elevaba a 22.600 millones de marcos incluidos los intereses. La deuda de la posguerra (1945-1952) se estimaba en 16.200 millones de marcos. la economía alemana quedó de nuevo arruinada. Al reconocer que los elevados niveles de deuda externa impedirían la consolidación de la paz y la estabilidad en la Alemania recién democratizada, en 1953 los victoriosos aliados occidentales la perdonaron otra vez.

Eric Toussaint escribe que “las sumas citadas anteriormente no tienen en cuenta las deudas ligadas a la política de agresión y de destrucción llevada a cabo por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, ni las reparaciones que los países víctimas de esa agresión tienen el derecho de reclamar. Esas deudas de guerra fueron apartadas, lo que constituyó un enorme regalo suplementario para Alemania del Oeste”.

Se le perdonó por miedo al comunismo y para que se colocaran a la altura de los países capitalistas más desarrollados. EEUU aprovechó la infraestructura nazi de espionaje contra los soviéticos, de hecho en la Alemania nazi, antes de la guerra, ya se habían establecido varias multinacionales de países democráticos y gloriosos apellidos que apoyaron a los nazis aún están en el candelero. Si no están ahora de humor para leer libros, vean el documental Los socios americanos de Hitler. El dinero no tiene ideología y a este principio le debemos gran parte del calentamiento del planeta así como múltiples progresos sobre todo en Occidente, que todo hay que decirlo.

En este momento tocaría repartir dinero por miedo a la autodestrucción debido al cambio climático. Pero, ¿cómo hacer eso si nuestro mismo desarrollo nos ha llevado a numerosas crisis y ahora estamos en el seno de otra derivada de la dinámica de mercado y de la pandemia? ¿Cómo poner de acuerdo a las potencias occidentales para eso? ¿Qué pasaría con ese enorme montante de dinero en manos de gobiernos corruptos existentes por todas partes? ¿Cómo ayudar a China, Rusia e India, que son enemigos potenciales e incluso son ellos quienes tienen que ayudarnos a nosotros y producen energías destructivas que nos venden?

Los “jueces” que ahora se rasgan las vestiduras juzgándose a sí mismos y hablando de alarmas rojas y de autodestrucción del planeta deben hacerse el harakiri, los políticos no deben mirar los votos, si desean cumplir con los acuerdos que tomen, ello los va a obligar a aplicar medidas antipopulares y los empresarios y los estados deberán invertir en cambiar radicalmente los modelos de producción, ¿serán capaces? Si así fuera, estaríamos ante una gran prueba de responsabilidad y madurez humana, incluso ante un avance evolutivo neurocientífico donde se dejarían a un lado muchos efectos de nuestro cerebro primitivo para actuar con la corteza frontal que es la que dirige más las decisiones racionales. Realmente, desde el punto de vista místico, nos hallaríamos ante un milagro.

Mi pregunta es: ¿cómo va a lograr todo lo anterior una especie que ha santificado a la democracia en lugar de, en este caso, ante esta encrucijada, actuar como la Roma clásica cuando instalaba en el poder a un dictador para que pusiera orden en la anarquía o bien se asentara en las máximas alturas un gobierno mundial autoritario que implantara el camino trazado por la ciencia? Pura utopía, pura entelequia, pero es la locura que ahora se me ocurre aunque desde luego ese gobierno o bigobierno llegará con los siglos.

Cambio climático y mosquito del Nilo

Todo el mundo comercial se ha vuelto verde. Lo verde es caro o suele serlo. Pero hay que recuperar en lo posible el tiempo destrozado. ¿Cómo funciona la crisis del clima, la que nos obliga a renovarnos por dentro y por fuera o morir o, al menos pasarlo muy requetemal? El Laboratorio de Estudios en Comunicación (LADECOM) de la Universidad de Sevilla cuenta con un foro mensual. El último de ellos, el de octubre, aportó una ponencia del doctor Daniel Rodrigo-Cano, experto en cambio climático junto a otros miembros del laboratorio citado, como el Dr. Rogelio Fernández-Reyes y los investigadores Serafín Huertas-Alcalá, Jesús de la Osa o Gema Alcañiz. Rodrigo-Cano expresa esquemáticamente la situación: el cambio climático es un problema sobre todo de salud pública que responde a una correlación de factores encadenados: aumenta la temperatura media, disminuye el agua, si hay menos agua hay menos biodiversidad, si hay menos biodiversidad aumenta el número de insectos y con ellos más enfermedades por transmisión puesto que hemos eliminado a los animales huéspedes de estos insectos y también de virus y bacterias. El aumento de la temperatura incrementa el peligro de la contaminación lo cual afecta también al humano. ¿Queremos un ejemplo actual y visible de toda esta dinámica? El mosquito del Nilo.

¿Más efectos del cambio en el clima? Los desplazamientos de la población que ya superan a los de los conflictos armados o de otro tipo: en 2019, unos 11 millones de personas se desplazan por conflictos, más de 17 millones por cambios en el clima, la mayoría de esos migrantes son mujeres y niños y no afectan al mundo subdesarrollado en exclusividad, sino que España es el país de la UE con mayor emigración por el clima, provocada por el fuego y las inundaciones. Si no hacemos nada para paliar el drama, cada año morirán en Andalucía, en Sevilla sobre todo, unas 1.000 personas por olas de calor.

Los medios y los contaminadores

No esperemos posturas contundentes de los medios en relación con el cambio climático, semejantes a esos aldabonazos diarios a favor o en contra de los políticos, en un juego mediático incesante de despiste. El doctor Rodrigo-Cano nos ofrece algunos datos ilustrativos. ¿De qué aspecto informan menos los medios? De la energía y su complejo mundo, ligado a la crisis atmosférica. Tampoco se detienen en el sector económico vinculado con la energía. Hablan poco de esto, según los análisis de contenido mediático desarrollados desde la US y desde la Universidad Complutense, entre otras, cuando el sector energético es el responsable del 80 por ciento de las emanaciones nocivas.

¿Por qué? Puede ser porque, por ejemplo, Endesa compró las portadas de numerosos diarios españoles (61 en concreto) cuando el encuentro ambiental de Madrid de 2019, tal y como se puede observar en esta imagen:

Crisis del clima: cuando los jueces son parte

Fuente: https://prnoticias.com/2019/12/02/endesa-portadas-periodicos-cop25/

Puede ser porque el considerado grupo mediático más importante de origen español, Prisa, tiene entre sus propietarios directos o indirectos a Gas Natural, Repsol, Exxon, ligados a la banca y los fondos de inversión. Cepsa y Repsol tienen decisivas influencias en el grupo Vocento. Campofrío es una empresa de industrias cárnicas con vinculación mediática, como por ejemplo en el caso de El Mundo, cuyos accionistas mayoritarios proceden de Italia con empresarios relacionados con actividades ajenas a la comunicación. No hace mucho tiempo aún, en época de Pedro J. Ramírez, era la Fiat (Familia Agnelli) el accionista principal.

No es imposible, pero desde luego tampoco fácil que los medios se mojen a fondo con un problema que las autoridades que abrieron el acto de Glasgow calificaron de forma apocalíptica. La banca norteamericana J.P. Morgan es una de las empresas que menos ha hecho caso a los acuerdos de París y está vinculada a tantas empresas y megamedios de comunicación de varios países, incluyendo a España, que sería propio de una tesis doctoral desbrozar mínimamente este tema.

Hay excepciones, tenemos medios que rechazan publicidad de empresas contaminantes, como The Guardian. Sin embargo, ¿cómo rechazar publicidad si es un factor de supervivencia esencial para un medio, sea en papel o perteneciente al mundo digital? Casi 400 millones al año se gasta en publicidad la industria de automoción que supone el 62 por ciento de la contaminación.

Crisis del clima: cuando los jueces son parte

Por último, Ecoembes, la empresa recicladora que tan buena imagen tiene. Sí, pero, ¿quién se sienta en su consejo de administración? Paradójicamente, firmas que tienen que ver mucho con el consumo de plástico: Coca-Cola, Nocilla, Danone, Pescanova, Pascual, L’Oreal, etc. Greenpeace ha hecho pública esta imagen transgresora, recogida por la web Ágora. Inteligencia Colectiva para la Sostenibilidad: Es la dinámica de la evolución humana ante uno de sus retos más difíciles de superar. Jueces y partes. Lo dicho, puede que solventemos este asunto de la crisis climática. Será un milagro. Pero de peores hemos salido, de la peste del siglo XIV o, antes, de la última glaciación.