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Actualizado: 16 ago 2017 / 23:25 h.
  • El esfuerzo de Sevilla para que no la abandones
    Aunque las verdades de Triana sean difíciles de percibir por un turista, la visita al barrio es de lo más valorado. / Antonio Acedo
  • El esfuerzo de Sevilla para que no la abandones
    Oferta de tapas y menús en uno de los rincones típicos del Barrio de Santa Cruz. / José Manuel Cabello
  • El esfuerzo de Sevilla para que no la abandones
    Empedrado de la Plaza de Santa Marta. / Paco Cazalla
  • El esfuerzo de Sevilla para que no la abandones
    El calor y el plano, dos clásicos en Sevilla. / Jesús Barrera

«Hoy fue uno de esos días interminables de nuestros viajes», escribe un usuario en Viajeros.com, en plena Semana Santa. «Por la mañana visitamos la Basílica de la Macarena; dejamos lejísimos estacionado el coche (andar en auto por Sevilla es una locura) y caminamos hasta la iglesia, ya desde temprano había cola pero se movían rápido». Tras ello, según su relato, fueron a las Setas, volvieron a mover el coche porque lo habían dejado mal aparcado, pasearon por los puentes, almorzaron en Triana «en un barcito», y luego siesta y vuelta a la calle, a Santa Cruz. «Cenamos por ahí y después fuimos los cuatro a ver un espectáculo de flamenco en la Casa de las Guitarras, alucinante», prosigue el recuerdo. «A la noche dejamos a los chicos en el hotel y salimos para ver la Madrugá. Sevilla es entrañable, no sabemos si por las personas, si por el aroma a azahar que envuelve cada esquina o por el flamenco y la historia, pero es notable el esfuerzo que hace para impedir que la abandones». Rara vez se han podido leer en las webs de viajes síntesis más perfectas de Sevilla que estas tres últimas líneas escritas por un visitante.

Sí, claro: todos están fascinados con el Alcázar y la Plaza de España. Eso aparece por doquier en internet. En la monumentalidad parece haber un consenso más o menos absoluto. Pero donde de verdad se ponen de acuerdo los forasteros que visitan la ciudad es, curiosamente, en lo intangible, en el aura, en un magnetismo que todos intentan explicar con mayor o menor acierto, pero ante el que se rinden. «No sabemos si ha sido por las terrazas, por el ambiente o por la comida», apunta Miguel en Rumbo.es, «pero hemos vuelto de nuestras vacaciones en Sevilla encantados. La gente es superagradable y la ciudad tiene tanto para ver que casi no te da tiempo a parar debajo de las tan necesarias sombras. Estuvimos cuatro días». En el mismo portal, Carla dice: «Si tuviera que elegir un solo adjetivo para describir Sevilla, diría que es una ciudad muy simpática (...). Lo que más me gustó es que se vive sobre todo en la calle. Ir de bar en bar a intercambiar bromas con los camareros tan salaos fue lo que más me llenó del viaje».

Se detectan muy claras diferencias entre quienes están a punto de venir a Sevilla y quienes acaban de hacerlo. Entre los primeros se perciben ciertos rasgos de deliciosa ingenuidad, como sugiere la pregunta de ese usuario de Tripadvisor: «¿Adónde van los sevillanos a ver baile flamenco?». Claro: su intención es que no se la den con queso con subproductos para el engorde de turistas. «Hola, quisiera saber de un buen espectáculo de flamenco que no sea muy turístico, sino más bien uno adonde van los sevillanos», prosigue. «Si alguien me puede recomendar lo voy a agradecer. Saludos desde México». Y le responde un samaritano: «Bueno, los sevillanos, como es mi caso, no estamos todo el día detrás de conocer el baile flamenco. Pero hay una época en el año (sic) en la que se celebra la famosa Bienal de Flamenco (...). Por lo demás, los lugares donde ofrecen flamenco son siempre de guiris aunque me han comentado que la Casa de la Memoria Al Andalus no está mal».

Algunos llevan su afán al delirio, y en la misma web aparece lo siguiente: «Somos un grupo de chicas que queremos ir de despedida a Sevilla y en concreto estamos interesadas en ir a la Carbonería, que nos han dicho que está muy bien. Nos gustaría vestirnos con el traje de sevillanas y no sabemos si a los sevillanos les molesta que un grupo de chicas que van de despedida vayan vestidas así». No es la más grave de todas las dudas: las hay muchísimo peores, como esta otra: «¿Dónde podemos aparcar el coche cerca de la Plaza de la Alfalfa?», pregunta que provoca escalofríos. Pero al final, una vez abandonado el coche a su suerte (o sea, a tanto el minuto en un parking), el visitante descubre que Sevilla es andar, verbo machadiano donde los haya. «Sin duda alguna, Sevilla es la más animada de todas las ciudades que hemos visitado en nuestro viaje por el sur de España», anota Alex en Rumbo.es. «Nos habían advertido que el tiempo en Sevilla era extremadamente caluroso, aunque, para ser sincero, a mí personalmente no me ha parecido especialmente molesto. Durante el día buscábamos la sombra, como todos, y bebíamos una botella de agua helada detrás de otra. Pero los paseos nocturnos en camiseta y pantalón corto a 25 grados eran una delicia y dejaban dormir perfectamente por las noches con la ventana abierta y a pierna suelta (...). Fue como viajar en el tiempo a una época más sencilla y feliz».